Evangelio viernes 29 de marzo
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús fue
con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar un
huerto y allí entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar
porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas,
al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los
sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
Jesús,
sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: “¿A quién
buscan?”. Le respondieron: “A Jesús, el Nazareno”. Él les dijo: “Soy yo”. Judas,
el que lo entregaba estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: “Soy yo”, ellos
retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente: “¿A quién buscan?”.
Le dijeron: “A Jesús, el Nazareno”.
Jesús repitió: “Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen
que estos se vayan”.” °°° Juan 18, 1- 19, 42.
La
muerte de Jesús de Nazareth abrió muchas alternativas para la humanidad. El
dolor y el sufrimiento encuentran un lugar en el corazón de quien tiene fe. La
muerte no es el fin de una persona sino el comienzo de una eternidad. La muerte
tiene razón de ser cuando embarga la salvación, la vida con Dios. El dolor se transforma en gloria y
esperanza por la fuerza del amor. Cuando
contemplamos a Cristo crucificado, descubrimos la extraordinaria riqueza que
emana del madero de la cruz, con un solo objetivo, el bien de cada uno de
nosotros.
Allí pende, el sacerdocio, su visión
profética, su sacrificio redentor, su martirio, el hombre que sufre, el Dios
que salva, el hombre que se hace solidario, el Dios que perdona, la Iglesia
misma que nace del costado de Cristo.
Nos decidimos a aceptar el sufrimiento humano como un valor, como parte
integrante de lo que significa el camino de la vida. El dolor es un momento
crucial en la vida de cada persona. Cada persona sufre cuando va experimentando
el mal, la traición, el abandono.
San
Juan Pablo II explica muy bien con el momento del sufrimiento, vencido por el
amor. Salvación significa liberación del mal, y por ello está en estrecha
relación con el problema del sufrimiento. Según las palabras dirigidas a
Nicodemo, Dios da su Hijo al «mundo» para librar al hombre del mal, que lleva
en sí la definitiva y absoluta perspectiva del sufrimiento. °°° (Juan 3, 16)
«Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la
vida eterna» Y en ello se manifiesta el amor, el amor infinito, tanto de ese
Hijo unigénito como del Padre, que por eso «da» a su Hijo. Este es el amor
hacia el hombre, el amor por el «mundo»: el amor salvífico. (cfr. Carta
Apostólica, Salvifici Doloris, 14).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN
HAZ CLICK AQUÍ