SEMANA SANTA AÑO 2024
“La sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia Católica. Su forma, su estilo y su misión”.
Comparto los siguientes apuntes en torno a la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Maestro de Nazareth. Cuando se trata de anunciar la Palabra de Dios, el apóstol san Pablo recomienda: “Predica la Palabra a tiempo y destiempo. Reprende, corrige, exhorta con paciencia. Procura siempre una buena preparación doctrinal.” (2 Timoteo 4, 1-5).
Padre Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.¿EN QUÉ CONSISTE LA SEMANA SANTA?
Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Es la celebración pascual del misterio de Jesucristo. Semana Santa, Es un tiempo privilegiado para el encuentro con Dios en su Misterio de Salvación. Semana Santa es: Vida, Paz, Alegría, toma de conciencia de mi propia fe, es encuentro con Aquel que es el dueño de la vida, es la razón de lo que yo creo, de lo que vivo, es el punto de referencia de lo que espero.
El Misterio Pascual se expresa en el conjunto de acciones litúrgicas que constituyen la Semana Santa. Pascua es la vida que brota de la misma muerte por el poder de Dios para gloria del Padre; somos salvados por la Cruz de Cristo en la que está nuestra gloria y nuestra justificación.
ORACIÓN
Es un momento muy propicio para el encuentro con el Señor. Es la interiorización de ese gran Misterio: Pasión - Muerte y Resurrección. Es la manera como el pueblo creyente alaba y glorifica el nombre de aquel que es la luz del mundo, la esperanza, la vida, el perdón y la Gracia. Es lograr la contemplación de Jesús en el madero de la gloria y la esperanza, es seguir paso a paso la gran enseñanza del Maestro de la fe: El que cree en Mí no morirá jamás
Es un ambiente privilegiado para volver sobre aquellos temas que tanto repetimos pero que aún no hacen eco en el comportamiento diario. Es lograr tomar conciencia de la importancia de una vida orientada desde la fe. Es descubrir el valor de la Penitencia, la oración, el sacrificio, la hermandad, la unidad, la conversión, abrirse a la esperanza de una mentalidad siempre nueva y siempre fresca “todo lo puedo en Aquel que me conforta”. Días propicios para leer, para convertir la Palabra de Dios en oración. Momentos especiales para poder revisar la vivencia de mi propia fe.
Es tiempo de Gracia. Es una Gracia especial que Dios nos concede para volver al buen camino. Es la oportunidad que se nos presenta para decirle sí a Dios, no a todo aquello que me aleje de la bondad y el amor del Señor. Es aprender a caminar de la mano de Dios. Es la propuesta de un Dios que me enseña a caminar “Vete y no vuelvas a pecar”. De un Dios que me enseña a entenderme con los demás “Perdona setenta veces siete” “Ama a tus enemigos” “ora por los que sufren”
La Semana me permite encontrarme con los demás. Vivir esa fe en comunión con mis hermanos. Es un encuentro de la gran familia eclesial. Es la celebración de lo que creemos y de lo que vivimos diariamente “Jesucristo murió y resucitó por la salvación de todos”. Es una celebración universal del día en que cambió la historia del mundo.
Es el fruto de un proceso que se inició el miércoles de ceniza con esa gran convocatoria bíblica: Recuerda quién eres, Revisa tus propias limitaciones, emprende un camino de conversión: por el bien tuyo, por el bien de los demás, por el bien social. Resucitar implica decir que el proceso se vivió en toda su plenitud.
¿QUÉ RECOMIENDA EL PAPA FRANCISCO
PARA VIVIR LA SEMANA SANTA?
EL HIJO DE DIOS CONQUISTA EL MUNDO CON SU CRUZ
Evangelio domingo 24 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. Pilato le preguntaba: "¿Eres tú el Rey de los judíos?" Él le respondió: "Sí, tú lo dices".
Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
Pilato volvió a preguntarle: "¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te
acusan". Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba
sorprendido. Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que
en el motín habían cometido un asesinato. Subió la gente y se puso a pedir lo
que les solía conceder. Pilato les contestó: "¿Queréis que os suelte al
Rey de los judíos?" °°° Marcos 15, 1-39.
El
Hijo de Dios conquista el mundo con la gloria de su sufrimiento. Subió a
Jerusalén para cumplir con la misión que el mismo Padre le había encomendado;
al llegar se encuentra con la gran sorpresa: “Es aclamado como Mesías, como el
salvador del mundo”, los niños hebreos, los pobres, los sencillos, los
humildes, batiendo ramos de olivo, le abren calle de honor, al gran rey que
viene montado en un pollino. (Marcos 11, 10-11).
El
que quita el pecado del mundo pone en marcha el Reino de su Padre, es un
mundo nuevo que se abre al horizonte jerosolimitano, es el Reino de la paz, de
la justicia, del amor, el Reino de aquellos que han aprendido en su experiencia
de fe, a hacer la voluntad de Dios. No es fácil entrar a romper con las
estructuras sociales, con la mentalidad milenaria de un pueblo, con la
concepción teísta de hombres y mujeres que no logran asimilar entre el Dios de
ellos y el Dios encarnado según la persona de Cristo Jesús. Jesucristo siendo
de condición divina, toma la condición de esclavo, se hace igual a todos, se
humilla, se hace obediente hasta la muerte y una muerte de Cruz. °°° (cfr. Filipenses
2, 6-11).
El mundo sigue viviendo la realidad de Jesús, vivo, presente en la Eucaristía; vivo, presente en su Palabra; vivo, presente en su Iglesia; vivo, manifestado a través de sus sacerdotes; vivo, en medio de su gente, el pueblo de Dios. Abrámosle el corazón a quien viene en nombre del Señor. Jesús es el Mesías, y eso lo define todo. Pedro apóstol, atinó perfectamente a definirlo como el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo (Marcos 8,27-29)
EN EL AÑO DEL HIJO JESUCRISTO
Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. La Redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz (cf. Efesios 1, 7), pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2 Corintios 8, 9); en su vida oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento (cf. Lucas 2, 51). (cfr. Catecismo # 517).
EL AMOR DEBE MANIFESTARSE EN OBRAS CONCRETAS
Evangelio lunes 25 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. °°° Juan 12, 1-11.
San Agustín
de Hipona afirmaba: “Toda alma que
quiera ser fiel, únase a María para ungir con perfume precioso los pies del
Señor... Unja los pies de Jesús: siga las huellas del Señor llevando una
vida digna. Seque los pies con los cabellos: si tienes cosas superfluas, dalas
a los pobres, y habrás enjugado los pies del Señor».
Es
muy cierto que el principio fundamental es el amor de Dios, el cual nos permite
descubrir el amor a los demás y nuestro compromiso con la empresa del amor en
la Iglesia. La congregación para la doctrina de la fe, afirmaba en algún
momento: ““Del amor de Dios que llena el corazón, viene el verdadero amor al
prójimo, gratuito y universal. Este amor conlleva las exigencias de la justicia
y es también aquella misericordia que no permite que la justicia se convierta
en venganza. La libertad tiene su ritmo propio en el amor” (cfr. Instrucciones
sobre la teología de la liberación). El amor debe ser concreto. Debe expresarse
más en las obras mas no tanto, en las buenas intenciones o palabras que se
lleva el viento.
SIGUEN EXISTIENDO MUCHOS JUDAS
Evangelio martes 26 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”. Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿Quién es?”
SIGUEN EXISTIENDO MUCHOS JUDAS
Evangelio martes 26 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”. Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿Quién es?”
Jesús le respondió: “Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato”.
Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”. Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres.” °°° Juan 13, 21-33. 36-38
Cuando se trata de hablar de Negación, la que decidió san Pedro en un momento de debilidad y presunción. Así lo explicó el Papa Francisco. Su negación no es falta de fe, sino debilidad pasajera. Estaba fuera de sí cuando negó al Señor, como el hijo pródigo de la parábola.
LA FIDELIDAD ES UN ATRIBUTO DIVINO
Evangelio miércoles 27 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?” Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?” Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: “El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos””. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?” Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?” “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.” Mateo 26, 14-25
JESUCRISTO SE COMPADECE DE TODOS LOS QUE SUFREN
EUCARISTÍA POR LOS ENFERMOS
MIÉRCOLES SANTO. 27 de marzo 2024
Isaías 61, 1-6. Salmo 88. Juan 5, 5-16.
Padre Jairo Yate Ramírez. Ibagué
MONICIÓN DE ENTRADA
En el Evangelio leemos que nuestro Señor curaba a los enfermos que acudían a él en busca de la salud. Jesús mismo que sufrió tanto en su vida, está presente en medio de nosotros y nos dice: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los sacerdotes que oren sobre ti y te unjan con el óleo, en el nombre de Dios. En este, miércoles santo, unidos a la pasión del Salvador del Mundo, escucharemos su Palabra, recibiremos su santísimo cuerpo, su bendición será Gracia y sanación para todos nosotros. No hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de Dios. Participemos con fe y gozo de esta celebración.
ACTO PENITENCIAL
Para participar con fruto de esta celebración. Reconozcamos nuestros pecados delante de Dios.
Ø Tú que por el misterio pascual nos has obtenido la salvación. Señor ten piedad
Ø Tú que no cesas de actualizar entre nosotros las maravillas de tu
pasión. Cristo ten piedad.
Ø Tú que por la comunión de tu cuerpo, nos haces participar del
sacrifico pascual. Señor, ten piedad.
Dios
todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
LECTURA DE LA PROFECÍA DE
ISAÍAS 61, 1-6
Al regresar, los antiguos exiliados encuentran que Yahvé, que hizo posible su regreso, no consideró buena idea hacérselo fácil.
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el
Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a
vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la
libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor, un día de
venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo, a
cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y
su abatimiento por un canto de alabanza. Ellos serán llamados "Encinas de
justicia", "Plantación del Señor, para su gloria". Ellos reconstruirán las ruinas antiguas,
restaurarán los escombros del pasado, renovarán las ciudades en ruinas, los
escombros de muchas generaciones. Se
presentarán extranjeros para apacentar sus rebaños, hijos de forasteros serán
sus labradores y viñadores. Y ustedes
serán llamados "Sacerdotes del Señor", se les dirá "Ministros de
nuestro Dios". Se alimentarán con
las riquezas de las naciones, se enorgullecerán con su magnificencia. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 88 (87),2-3.4-5.6.7-8.
Recordar la soberanía de Dios es un consuelo para nuestros momentos difíciles.
Cantaré eternamente la misericordia del Señor
¡Señor, mi
Dios y mi salvador, día y noche estoy clamando ante ti: que mi plegaria llegue
a tu presencia; inclina tú oído a mi clamor!
R/
Porque estoy saturado de infortunios, y mi
vida está al borde del Abismo; me cuento entre los que bajaron a la tumba, y
soy como un hombre sin fuerzas. R/
Yo tengo mi
lecho entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, como
aquellos en los que tú ya ni piensas, porque fueron arrancados de tu mano.
R/
Me has
puesto en lo más hondo de la fosa, en las regiones oscuras y profundas; tu
indignación pesa sobre mí, y me estás ahogando con tu oleaje. R/
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 5, 5-16
Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: "¿Quieres curarte?" Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otra baja antes que yo." Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y anda." Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: "Es sábado y no te está permitido llevar la camilla."
Él le respondió: "El que me ha
curado me ha dicho: Toma tu camilla y anda." Ellos le preguntaron:
"¿Quién es el hombre que te ha dicho: ¿Tómala y anda?" Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús
había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le
encuentra en el Templo y le dice: "Mira, estás curado; no peques más, para
que no te suceda algo peor." El
hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús porque
hacía esas curaciones en sábado. Palabra del Señor.
RELFEXIÓN ANTE LA ENFERMEDAD Y
EL DOLOR.
Para
un cristiano la enfermedad y la muerte pueden y deben ser medios para
santificarse y redimir con Cristo. La Unción de los enfermos ayuda a vivir
estas realidades dolorosas de la vida humana con sentido cristiano. La
compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes
de toda clase (cfr. Mateo 4,24) son un signo maravilloso de que
"Dios ha visitado a su pueblo" (Lucas 7,16) y de que el Reino de Dios
está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de
perdonar los pecados (cfr. Marcos 2,5-12): vino a curar al hombre
entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan
(Marcos 2,17).
Su
compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos:
"Estuve enfermo y me visitasteis" (Mateo 25,36). Su amor de
predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de
suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que
sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables
esfuerzos por aliviar a los que sufren. (Catecismo 1503)
Cristo
no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus miserias:
"Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades"
(Mateo 8,17; cf. Isaías 53,4). No curó a todos los enfermos. Sus
curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios (Catecismo 1505)
Cristo
invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz
(cf. Mateo 10,38). Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la
enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde.
Les hace participar de su ministerio de compasión y de curación: "Y,
yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios,
y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban"
(Marcos 6,12-13).
El
Papa Francisco advierte que el cuidado de los enfermos requiere profesionalidad
y ternura: “Gratis habéis recibido; dad gratis» (Mateo 10,8). Estas son las
palabras pronunciadas por Jesús cuando envió́ a los apóstoles a difundir el
Evangelio, para que su Reino se propagase a través de gestos de amor gratuito.
La Iglesia, como Madre de todos sus hijos, sobre todo los enfermos, recuerda
que los gestos gratuitos de donación, como los del Buen Samaritano, son la vida
más creíble para la evangelización. El cuidado de los enfermos requiere
profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad, inmediatas y sencillas
como la caricia, a través de las cuales se consigue que la otra persona se
sienta “querida”.
La vida es un don de Dios —y como advierte san
Pablo—: «¿Tienes algo que no hayas recibido?» (1 Corintios 4,7). Precisamente porque es un don, la
existencia no se puede considerar una mera posesión o una propiedad privada,
sobre todo ante las conquistas de la medicina y de la bio-tecnología, que
podrían llevar al hombre a ceder a la tentación de la manipulación del “árbol
de la vida” (cf. Génesis 3,24).
Cada hombre es pobre, necesitado e indigente. Cuando
nacemos, necesitamos para vivir los cuidados de nuestros padres, y así en cada fase y etapa de la
vida, nunca podremos liberarnos completamente de la necesidad y de la ayuda de
los demás, nunca podremos arrancarnos del límite de la impotencia ante alguien
o algo. También esta es una condición que caracteriza nuestro ser “criaturas”.
El justo reconocimiento de esta verdad nos invita a permanecer humildes y a
practicar con decisión la solidaridad, en cuanto virtud indispensable de la
existencia.
Esta conciencia
nos impulsa a actuar con responsabilidad y a responsabilizar a otros, en vista
de un bien que es indisolublemente personal y común. Solo cuando el hombre se
concibe a sí mismo, no como un mundo aparte, sino como alguien que, por
naturaleza, está ligado a todos los demás, a los que originariamente siente
como “hermanos”, es posible una praxis social solidaria orientada al bien
común.
No hemos de
temer reconocernos como necesitados e incapaces de procurarnos todo lo que nos
hace falta, porque solos y con nuestras fuerzas no podemos superar todos los
limites. No temamos reconocer esto, porque Dios mismo, en Jesús, se ha
inclinado (cf. Filipenses 2,8) y se inclina sobre nosotros y sobre nuestra
pobreza para ayudarnos y regalarnos aquellos bienes que por nosotros mismos
nunca podríamos tener.
ORACIÓN
COMÚN
POR LOS ENFERMOS
Señor Dios, padre de todo consuelo,
que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo.
Escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu
Santo. Escucha con bondad nuestras plegarias.
R. / Escucha Señor nuestra Oración.
Ø Tú que soportaste nuestros sufrimientos y aguantaste nuestros
dolores.
Ø Tú que te compadeciste de la gente y pasaste haciendo el bien y
curando a los enfermos.
Ø Tú que mandaste a los apóstoles, imponer las manos sobre los
enfermos.
Ø Alivia el dolor de todos los enfermos.
Ø Asiste a los que se dedican al cuidado de los enfermos.
Ø Libra a todos los enfermos del pecado y de toda tentación.
OREMOS: Te
rogamos Señor que por la gracia del Espíritu Santo cures el dolor de los
enfermos, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento
de su cuerpo y de su alma. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
PRESENTACIÓN
DE LAS OFRENDAS
• Presentamos al Señor este bastón, es
el símbolo del peso de los años, del trabajo bien hecho, del esfuerzo de la
vida de todos nuestros mayores.
• Presentamos estas medicinas, son el
símbolo de la enfermedad y del sufrimiento humano. También es el símbolo de
todos los que trabajan y se esfuerzan para aliviar el sufrimiento de los demás.
• Presentamos el óleo de los enfermos
Simboliza nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor. Sabemos que no estamos
solos y que tú, Señor, nos acompañas.
• Presentamos el pan y vino, fruto del
trabajo y el esfuerzo de las personas, que ellos sean para nosotros pan de vida
y bebida de salvación
TENGAN LOS MISMOS GESTOS QUE EL SALVADOR DEL MUNDO
Evangelio jueves 28 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, ¿Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. °°° Juan 13, 1-15.
El
servicio, la humildad, el altruismo, definen el ser y el quehacer de todos
aquellos que deseen convertirse en discípulos misioneros del Maestro de
Nazareth. En torno al excelente
sacramento de los sacramentos, el Hijo de Dios enseña a sus futuros seguidores,
que, con el alimento de la Eucaristía y la disponibilidad de corazón de cada
persona, podrán cumplir la misión encomendada, haciendo todo en memoria del Salvador del mundo.
El
amor de Dios no tiene límites. La salvación y liberación del pueblo
creyente, lo condensa Jesús en la tarde del Jueves Santo. Es el día de la cena,
es el día del pan, es el del día del vino, es la consigna del amor y el
servicio, es la formación de la nueva comunidad que propone el Mesías: “Lo
mismo que yo he hecho con ustedes, háganlo también ustedes con sus hermanos”. Los principios de vida cristiana que desea
Dios para la humanidad son: El amor, el servicio, la humildad, la caridad.
El
Papa Francisco enseña con mucha sabiduría que: Los gestos hablan más que las
imágenes y que las palabras. Los gestos del Maestro dejan mucha enseñanza:
Teniendo todo el poder, se dedica a lavar
los pies de sus discípulos. Luego le dice a la humanidad, “Hagan eso entre
ustedes”. Sean hermanos en el servicio, no en la ambición, como alguien que
domina al otro o que pisotea al otro no, sean hermanos en el servicio.
¿Necesitas algo, un servicio? Te lo hago yo.
En el Evangelio leemos que nuestro Señor curaba a los enfermos que acudían a él en busca de la salud. Jesús mismo que sufrió tanto en su vida, está presente en medio de nosotros y nos dice: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los sacerdotes que oren sobre ti y te unjan con el óleo, en el nombre de Dios. En este, miércoles santo, unidos a la pasión del Salvador del Mundo, escucharemos su Palabra, recibiremos su santísimo cuerpo, su bendición será Gracia y sanación para todos nosotros. No hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de Dios. Participemos con fe y gozo de esta celebración.
Para participar con fruto de esta celebración. Reconozcamos nuestros pecados delante de Dios.
Ø Tú que por el misterio pascual nos has obtenido la salvación. Señor ten piedad
Al regresar, los antiguos exiliados encuentran que Yahvé, que hizo posible su regreso, no consideró buena idea hacérselo fácil.
Recordar la soberanía de Dios es un consuelo para nuestros momentos difíciles.
Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: "¿Quieres curarte?" Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otra baja antes que yo." Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y anda." Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: "Es sábado y no te está permitido llevar la camilla."
POR LOS ENFERMOS
R. / Escucha Señor nuestra Oración.
TENGAN LOS MISMOS GESTOS QUE EL SALVADOR DEL MUNDO
Evangelio jueves 28 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, ¿Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. °°° Juan 13, 1-15.
Esto es fraternidad. La fraternidad es humilde, siempre: está al servicio. Esta es la regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no del dominio, no de hacer el mal, no de humillar a otros. ¡Servicio! (cfr. Homilía, 18 de abril, 2019). Celebrar el día de la Eucaristía nos permite pensar en los deseos del Maestro por una civilización del amor, una cultura de la misericordia, una sociedad muy de hermanos entre sí.
EL DOLOR SE TRANSFORMA EN GLORIA Y ESPERANZA
Evangelio viernes 29 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar un huerto y allí entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: “¿A quién buscan?”.
Le
respondieron: “A Jesús, el Nazareno”. Él les dijo: “Soy yo”. Judas, el que lo
entregaba estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: “Soy yo”, ellos
retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente: “¿A quién buscan?”.
Le dijeron: “A Jesús, el Nazareno”.
Jesús repitió: “Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen
que estos se vayan”.” °°° Juan 18, 1- 19, 42.
La
muerte de Jesús de Nazareth abrió muchas alternativas para la humanidad. El
dolor y el sufrimiento encuentran un lugar en el corazón de quien tiene fe. La
muerte no es el fin de una persona sino el comienzo de una eternidad. La muerte
tiene razón de ser cuando embarga la salvación, la vida con Dios. El dolor se transforma en gloria y
esperanza por la fuerza del amor. Cuando
contemplamos a Cristo crucificado, descubrimos la extraordinaria riqueza que
emana del madero de la cruz, con un solo objetivo, el bien de cada uno de
nosotros.
Allí pende, el sacerdocio, su visión
profética, su sacrificio redentor, su martirio, el hombre que sufre, el Dios
que salva, el hombre que se hace solidario, el Dios que perdona, la Iglesia
misma que nace del costado de Cristo.
Nos decidimos a aceptar el sufrimiento humano como un valor, como parte
integrante de lo que significa el camino de la vida. El dolor es un momento
crucial en la vida de cada persona. Cada persona sufre cuando va experimentando
el mal, la traición, el abandono.
San
Juan Pablo II explica muy bien con el momento del sufrimiento, vencido por el
amor. Salvación significa liberación del mal, y por ello está en estrecha
relación con el problema del sufrimiento. Según las palabras dirigidas a
Nicodemo, Dios da su Hijo al «mundo» para librar al hombre del mal, que lleva
en sí la definitiva y absoluta perspectiva del sufrimiento. °°° (Juan 3, 16) «Porque
tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que
crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna» Y en ello se manifiesta
el amor, el amor infinito, tanto de ese Hijo unigénito como del Padre, que por
eso «da» a su Hijo. Este es el amor hacia el hombre, el amor por el «mundo»: el
amor salvífico. (cfr. Carta Apostólica, Salvifici Doloris, 14).
CONTEMPLAMOS AL HIJO DE DIOS
ANTE EL DOLOR, LA TRAICIÓN,
EL ABANDONO Y LA SOLEDAD
PALABRAS DEL MAESTRO EN LA CRUZ
Viernes Santo 29 de marzo 2024
El sufrimiento se encarna en el
madero de la cruz, las palabras del Maestro son el espíritu de lo que nos falta
por completar a sus seguidores en la Pasión de Cristo. La encarnación de la
pasión dolorosa del Señor no es un asunto de un –simple y fácil espiritualismo-
es una realidad de fe. En nosotros, Cristo sigue sufriendo, sigue siendo
condenado, sigue maltratado y llevado al matadero como manso cordero.
En el
nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo....
Señor, qué extraño mensaje el tuyo:
"Cuando ayunes, perfúmate, para que nadie lo note; y el Padre, que todo lo ve, te recompensará".
No es la tristeza, ni las largas caras lo que a Ti te gusta. Tú eres Dios de corazones. Tú estás acostumbrado a leer en secreto. Tú no quieres apariencias, a Ti te gusta la conversión verdadera. Mi corazón quiere repetir sin tardar: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Aquí estoy, Señor".
PRIMERA PALABRA
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
Somos hombres, Señor, perdónanos: por no saber decirte nada, por ser avaros de nuestro tiempo y no tenerlo para encontrarnos contigo. Somos hombres, Señor, perdónanos: por esconder la claridad del Evangelio, por nuestras cobardías y nuestros compromisos con el pecado. Perdónanos, Señor, por nuestras faltas de amor, nuestros arrebatos, nuestros prejuicios, nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor. Perdónanos, Señor, por no saber perdonar, por no saber reconciliarnos con nosotros mismos, y, menos aún, con los otros. ¿Cuándo será que sabremos amar como Tú amas? ¿Cuándo será que sabremos amar al otro por él y por Ti? Perdona la fealdad de nuestra mirada. Somos hombres, Señor, perdónanos.
SEGUNDA PALABRA
"Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas 23, 43)
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle. Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos. Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos. Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas. Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio.
Mi reposo verdadero está en el
servicio a mi prójimo. Ayúdame, oh
Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta todos los
sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincero
incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo mismo me
encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios
sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.
Amen. Fuente: Grupo de Oración Santo
Cura de Ars
TERCERA PALABRA
"He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre" (Juan 19, 26)
Préstame, Madre, tus ojos para con ellos mirar, porque si por ellos miro nunca volveré a pecar Préstame, Madre, tus labios para con ellos rezar, porque si con ellos rezo Jesús me podrá escuchar Préstame, Madre, tu lengua para poder comulgar pues es tu lengua patena de amor y de santidad Préstame, Madre, tus brazos para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más Préstame, Madre, tu manto para cubrir mi maldad pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar Préstame, Madre a tu Hijo para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿Qué más puedo yo desear? Y esa será mi dicha por toda la eternidad.
CUARTA PALABRA
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mateo 27, 46)
"Tengo mil dificultades: ayúdame. De los enemigos del alma: sálvame. En mis desaciertos: ilumíname. En mis dudas y penas: confórtame. En mis enfermedades: fortaléceme. Cuando me desprecien: anímame. En las tentaciones: defiéndeme. En horas difíciles: consuélame. Con tu corazón maternal: ámame. Con tu inmenso poder: protégeme. Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
QUINTA PALABRA
"Tengo sed" (Juan 19, 28)
Nos haces falta tú, Señor, pues tenemos sed, Señor, mucha sed, por tantas y tantas necesidades, que no logramos satisfacer. Nos hacen falta muchas cosas pero más que nada nos hace falta tu gracia, tu amor y tu paz. Nos haces falta tú, Señor, en nuestra vida; tu ausencia es peor que la sed inapagable que está quemando nuestro ser. Nos hace falta el agua viva que nos da la certeza de un futuro de vida. Nos hace falta sobre todo sentirnos unidos a Ti, para saber compartir y saciar nuestra sed. Amén.
SEXTA PALABRA
"Todo está consumado" (Juan 19,30)
¡Cuántas veces, ¡Señor, no hemos sido fieles, no hemos sido realistas frente a las cosas! ¡Cuántas veces hemos creído poco en la inagotable fuerza de vida que deriva de la cruz! Concédenos Señor, que, al contemplarla, nos sintamos amados por Ti, amados por Dios, hasta el fondo, tal como somos; y creamos que por la fuerza de la cruz existe en nosotros una capacidad nueva de dedicarnos a los hermanos, según aquel estilo y aquel modo que nos enseña y comunica la cruz.
Danos, Señor, descubrir que la cruz
hace nacer de verdad un hombre nuevo dentro de nosotros, suscita nuevas formas
de vida entre los hombres, conviértete en el preludio, la promesa y la
anticipación de aquélla vida plena que explotará en el misterio de la
resurrección. Nos arrodillamos ante la Cruz con María y pedimos que
comprendamos, como ella comprendió, el misterio que transforma el corazón del
hombre y que transforma al mundo. Jesús cuando seas levantado en tu cruz
atráeme hacia Ti. Amén.
SÉPTIMA PALABRA
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23, 46)
En tus manos Padre Santo y Misericordioso, ponemos nuestra vida, Tú nos la diste, Guíala y llénala de tus dones. Tú estás a nuestro lado, como roca sólida y amigo fiel, aún cuando nos olvidamos de tí. Pero ahora volvemos a tí. Queremos agarrarnos a la guía segura de tus manos, que nos conducen a la Cruz. Sentimos la necesidad de meditar y de callar mucho, sentimos también la necesidad de hablar para darte gracias. Y para dar a conocer a todos los hombres las maravillas de tu amor.
Nos separamos de ti, fuente de la
vida, y encontramos la muerte. Tu Hijo sin embargo no se paró ante el pecado y
la muerte, sino que con la fuerza del amor, destruyó el pecado, redimió el
dolor, venció la muerte. La Cruz de Cristo nos revela que tu amor, es más
fuerte que todo, el don misterioso y fecundo, que mana de la cruz. Es el
Espíritu Santo, que nos hace partícipes, de la obediencia filial de Jesús, Nos
comunica tu voluntad. de atraer a todo hombre a la alegría de una vida
reconciliada y renovada por el AMOR.
Amén. ¡En Tus manos!
ORACIÓN FINAL
Oh Jesús, ¡cuánto sufriste en la Cruz al ofrecer tu vida al Padre, para salvarnos! Nos has trazado así el camino del Amor que nos lleva a la felicidad eterna. Te ofrezco mi vida como oración, con sus dolores y alegrías y con mi esfuerzo de vivir mejor tu evangelio. Te lo ofrezco para que todos seamos buenos y encontremos salvación por Ti. Perdona nuestros pecados. Que sepamos seguir sirviéndote y amándote en nuestros hermanos que sufren hoy. ¡Gracias Señor por querernos tanto! Amén.
NOS CONVERTIMOS EN TESTIGOS DE LA ESPERANZA
Evangelio sábado 30 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve.
CONTEMPLAMOS AL HIJO DE DIOS
ANTE EL DOLOR, LA TRAICIÓN,
EL ABANDONO Y LA SOLEDAD
PALABRAS DEL MAESTRO EN LA CRUZ
Viernes Santo 29 de marzo 2024
Señor, qué extraño mensaje el tuyo:
"Cuando ayunes, perfúmate, para que nadie lo note; y el Padre, que todo lo ve, te recompensará".
No es la tristeza, ni las largas caras lo que a Ti te gusta. Tú eres Dios de corazones. Tú estás acostumbrado a leer en secreto. Tú no quieres apariencias, a Ti te gusta la conversión verdadera. Mi corazón quiere repetir sin tardar: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Aquí estoy, Señor".
PRIMERA PALABRA
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
Somos hombres, Señor, perdónanos: por no saber decirte nada, por ser avaros de nuestro tiempo y no tenerlo para encontrarnos contigo. Somos hombres, Señor, perdónanos: por esconder la claridad del Evangelio, por nuestras cobardías y nuestros compromisos con el pecado. Perdónanos, Señor, por nuestras faltas de amor, nuestros arrebatos, nuestros prejuicios, nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor. Perdónanos, Señor, por no saber perdonar, por no saber reconciliarnos con nosotros mismos, y, menos aún, con los otros. ¿Cuándo será que sabremos amar como Tú amas? ¿Cuándo será que sabremos amar al otro por él y por Ti? Perdona la fealdad de nuestra mirada. Somos hombres, Señor, perdónanos.
"Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas 23, 43)
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle. Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos. Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos. Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas. Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio.
"He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre" (Juan 19, 26)
Préstame, Madre, tus ojos para con ellos mirar, porque si por ellos miro nunca volveré a pecar Préstame, Madre, tus labios para con ellos rezar, porque si con ellos rezo Jesús me podrá escuchar Préstame, Madre, tu lengua para poder comulgar pues es tu lengua patena de amor y de santidad Préstame, Madre, tus brazos para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más Préstame, Madre, tu manto para cubrir mi maldad pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar Préstame, Madre a tu Hijo para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿Qué más puedo yo desear? Y esa será mi dicha por toda la eternidad.
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mateo 27, 46)
"Tengo mil dificultades: ayúdame. De los enemigos del alma: sálvame. En mis desaciertos: ilumíname. En mis dudas y penas: confórtame. En mis enfermedades: fortaléceme. Cuando me desprecien: anímame. En las tentaciones: defiéndeme. En horas difíciles: consuélame. Con tu corazón maternal: ámame. Con tu inmenso poder: protégeme. Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
"Tengo sed" (Juan 19, 28)
Nos haces falta tú, Señor, pues tenemos sed, Señor, mucha sed, por tantas y tantas necesidades, que no logramos satisfacer. Nos hacen falta muchas cosas pero más que nada nos hace falta tu gracia, tu amor y tu paz. Nos haces falta tú, Señor, en nuestra vida; tu ausencia es peor que la sed inapagable que está quemando nuestro ser. Nos hace falta el agua viva que nos da la certeza de un futuro de vida. Nos hace falta sobre todo sentirnos unidos a Ti, para saber compartir y saciar nuestra sed. Amén.
"Todo está consumado" (Juan 19,30)
¡Cuántas veces, ¡Señor, no hemos sido fieles, no hemos sido realistas frente a las cosas! ¡Cuántas veces hemos creído poco en la inagotable fuerza de vida que deriva de la cruz! Concédenos Señor, que, al contemplarla, nos sintamos amados por Ti, amados por Dios, hasta el fondo, tal como somos; y creamos que por la fuerza de la cruz existe en nosotros una capacidad nueva de dedicarnos a los hermanos, según aquel estilo y aquel modo que nos enseña y comunica la cruz.
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23, 46)
En tus manos Padre Santo y Misericordioso, ponemos nuestra vida, Tú nos la diste, Guíala y llénala de tus dones. Tú estás a nuestro lado, como roca sólida y amigo fiel, aún cuando nos olvidamos de tí. Pero ahora volvemos a tí. Queremos agarrarnos a la guía segura de tus manos, que nos conducen a la Cruz. Sentimos la necesidad de meditar y de callar mucho, sentimos también la necesidad de hablar para darte gracias. Y para dar a conocer a todos los hombres las maravillas de tu amor.
Amén. ¡En Tus manos!
Oh Jesús, ¡cuánto sufriste en la Cruz al ofrecer tu vida al Padre, para salvarnos! Nos has trazado así el camino del Amor que nos lleva a la felicidad eterna. Te ofrezco mi vida como oración, con sus dolores y alegrías y con mi esfuerzo de vivir mejor tu evangelio. Te lo ofrezco para que todos seamos buenos y encontremos salvación por Ti. Perdona nuestros pecados. Que sepamos seguir sirviéndote y amándote en nuestros hermanos que sufren hoy. ¡Gracias Señor por querernos tanto! Amén.
NOS CONVERTIMOS EN TESTIGOS DE LA ESPERANZA
Evangelio sábado 30 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve.
Los guardias,
atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El
Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: «Vosotras no temáis, pues sé que
buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había
dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus
discípulos: ´Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a
Galilea; allí le veréis.” °°° Marcos 16, 1-7.
Cristo
necesariamente debía resucitar entre los muertos. La Sagrada Escritura nos
permite saber que: los soldados buscaron el sepulcro para ver si estaba
custodiado. Las mujeres madrugaron a visitar al Señor en el sepulcro, llevando
consigo aromas. Pedro y Juan acudieron al sepulcro con desconcierto y esperanza.
El resultado de todo este proceso, es que el cuerpo no estaba allí. La muerte no tiene la última palabra.
Para
quienes somos católicos, Pascua es ese acontecimiento central de nuestra fe,
porque a través de ella descubrimos en su complejidad el misterio de Cristo, el
misterio de Dios, el misterio de la Iglesia, la misión que se nos encomienda:
“Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha
nombrado juez de vivos y muertos”. Entendemos que todo depende de la
resurrección de Cristo. Así lo predicó el apóstol san Pablo: “Si Cristo no
hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (1 Corintios 15,14).
Vivir
la pascua en toda su extensión es comenzar a ser el testigo de la esperanza.
Y en ¿qué consiste un testigo de la esperanza? Hay que plantear una sociedad de
hermanos, donde cada uno le lava los pies a los demás. (cfr. Juan 13, 14). Una
sociedad donde el discípulo no es más que su Maestro. (cfr. Lucas 6, 40). Una
sociedad, donde nadie se crea juez de los demás. (cfr. Lucas 12, 14). El Papa Francisco describe, ¿quién es un
testigo? es uno que ha visto, que recuerda y cuenta. Ver, recordar y contar
son los tres verbos que describen la identidad y la misión.
El testigo es uno
que ha visto, con ojo objetivo, ha visto una realidad, pero no con ojo
indiferente; ha visto y se ha dejado
involucrar por el acontecimiento. El contenido del testimonio cristiano no
es una teoría, sino que es un mensaje de salvación, un acontecimiento concreto,
es más, una Persona: es Cristo resucitado, viviente y único Salvador de todos.
Él puede ser testimoniado por quienes han tenido una experiencia personal de
Él. (cfr. Ángelus, 19 de abril, 2015).
LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ES NUESTRA FORTALEZA
Evangelio domingo 31 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió:
LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ES NUESTRA FORTALEZA
Evangelio domingo 31 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió:
«¿Eres tú el único
residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en
ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno,
que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el
pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y
le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a
Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.”
°°° Lucas 24, 13-35
La
resurrección trae consigo los dones y las Gracias de Dios para la nueva vida
del mundo: El primer don es la paz como Gracia de Dios y responsabilidad
nuestra de cultivarla “Paz a vosotros”. El
segundo don: Se inicia una misión, hombres y mujeres somos enviados a
proclamar ese mensaje de reconciliación y unidad. El tercer don: El Espíritu Santo cumple la misión de darnos la
sabiduría y la fortaleza para continuar la obra que Cristo dejó.
El
cuarto don: El poder de perdonar pecados emana del resucitado. Los pecados
se perdonan en nombre de Cristo. El
quinto don: El amor de Dios se muestra condescendiente ante la debilidad
humana. Los discípulos de Emaús contemplan la bondad de Dios: “«¡Es verdad! ¡El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». (Lucas 24, 35).
El
Papa Francisco enseña que la resurrección de Cristo es nuestra fortaleza. En
el Credo repetimos esta expresión: “Al tercer día resucitó según las
Escrituras.” la Resurrección de Jesús, el centro del mensaje cristiano, que
resonó desde el principio y que ha sido transmitido para que llegara hasta
nosotros. San Pablo escribe a los cristianos de Corinto: “Les he trasmitido en
primer lugar, lo que yo mismo recibí:
Cristo
murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó
al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los
Doce.” (1 Corintios 15, 3-5). La muerte
y la Resurrección de Jesús son justo el corazón de nuestra esperanza. Sin
esta fe en la muerte y en la Resurrección de Jesús nuestra esperanza ya no será
ni siquiera esperanza. (cfr. Homilía, 3 de abril, 2013).