Evangelio sábado 2 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Todos los
publicanos y los pecadores se acercaban a Jesucristo para oírle, y los fariseos
y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con
ellos.» Entonces les dijo esta parábola. Dijo: «Un hombre tenía dos hijos; y el
menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me
corresponde."
Y él les
repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se
marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando
hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar
necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país,
que le envió a sus fincas a apacentar puercos.” °°° Lucas 15, 1-3. 11-32.
Nuestra
fe nos indica que contamos con un Dios reconocido desde un primer momento como
amor. Esa es la excelente identidad de Dios. “Es amor”. Si sabemos que Dios
es amor, lo creemos y lo hemos experimentado, también entendemos que ese amor
es universal, en la mente de Dios existen los justos, los pecadores, todos
ellos con la posibilidad de encontrar en cualquier momento al mismo Dios.
Un buen ejemplo del amor
incondicional de Dios para con la humanidad es la respuesta educativa a
fariseos y escribas. Si el Hijo de Dios come con pecadores, visita a los
humildes y pobres; ese mismo Salvador le da la mano a quien teniendo lo necesario
en su vida, lo derrocha y malgasta de una manera libertina. También pone a
pensar correctamente a quien siente envidia de su hermano y lo convence de que la misericordia se impone ante el juicio
humano.
El
Papa Francisco nos recuerda que la Biblia es la gran historia que narra las
maravillas de la misericordia de Dios. Cada una de sus páginas está
impregnada del amor del Padre que desde la creación ha querido imprimir en el
universo los signos de su amor.
El Espíritu
Santo, a través de las palabras de los profetas y de los escritos sapienciales,
ha modelado la historia de Israel con el reconocimiento de la ternura y de la cercanía de Dios, a pesar de la infidelidad del
pueblo.
La vida de Jesús y su predicación marcan de manera decisiva la historia
de la comunidad cristiana, que entiende la propia misión como respuesta al
mandato de Cristo de ser instrumento
permanente de su misericordia y de su perdón (cfr. Juan 20,23). (cfr. Carta
Apostólica, Misericordia et Misera, 7).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN
HAZ CLICK AQUÍ