Evangelio lunes 6 de mayo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“A la hora
de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el
Paráclito que Yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que
proviene del Padre, Él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio,
porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se
escandalicen.
Serán echados de las
sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte
pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido
ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden
que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque Yo
estaba con ustedes.” Juan 15, 26- 16, 4ª
El
Maestro de Nazareth nos prepara y nos educa para cumplir la misión ante todos
los modelos posibles de adversidades, de odios, de rencillas, de complejos,
que existen en la misma sociedad. La gran pregunta es: ¿Cómo cumplir una
misión, si necesariamente nos vamos a encontrar con las adversidades mundanas?
La mejor respuesta es dejarse guiar por las luces, gracias y sabiduría del
Espíritu Santo. Dice el Nazareno: “El Espíritu Santo que les enviaré desde el
Padre, dará testimonio de mí”. (Juan 15, 26).
Hay
que saber enfrentar las adversidades de una manera prudente, sabia e
inteligente. El Papa Francisco enseña que al “diablo no se le da la
palabra”, esa es una decisión inteligente y muy sabia. La Escritura nos enseña
actitudes inteligentes para enfrentar el mal. Por ejemplo: Pobre de aquel que
se interesa en hacer caer a los demás. (Lucas 7, 1). “Guárdense de la levadura
de los fariseos y de Herodes” (Marcos 8, 15). “No tengan miedo de la
persecución” (Lucas 12, 4-5). “No te preocupes por lo que tendrás qué decir, el
Espíritu Santo te lo enseñará todo” (Lucas 12, 11-12).
Es
obligatorio dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Él siempre nos guiará hacia
la verdad. Así lo explica el Papa Francisco: os lleva no solo al encuentro
con Jesús, plenitud de la Verdad, sino que nos guía "en" la Verdad,
es decir, nos hace entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús,
dándonos la inteligencia de las cosas de Dios.
Y esta no
la podemos alcanzar con nuestras fuerzas. Si Dios no nos ilumina interiormente,
nuestro ser cristiano será superficial. La Tradición de la Iglesia afirma que
el Espíritu de la verdad actúa en nuestros corazones, suscitando aquel "sentido
de la fe" (sensus fidei) (cfr. Homilía, 15 de mayo, 2013).
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