21 de mayo de 2024

¿QUÉ HACER CON LA TENTACIÓN DEL PODER? Evangelio miércoles 22 de mayo 2024


¿QUÉ HACER CON LA TENTACIÓN DEL PODER?                        
Evangelio miércoles 22 de mayo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”. Marcos 9, 38-40.
 
            Hay que luchar contra la gran tentación de creerse la mejor propuesta en el Reino de Dios. Históricamente hablando muchas personas, hombres y mujeres, han caído en la false idea que esa o tal persona es la que tiene la última palabra en los asuntos de Dios. Creer que por encima de esa persona no hay nadie. Aún más complicado, creerse el dueño del Reino, el dueño de la Iglesia, el dueño de la misión.
 
            Otros han llegado al extremo de creer “Sin mí, esto no funciona”. El asunto no es que haya personas que se creen con el poder, también existen grupos, movimientos, que piensan que el apostolado de ellos es el válido, los demás no.  Una tentación que ha hecho tanto mal a nuestra Iglesia, es la “Tentación del Poder”.
 
            Para poder vencer esa tentación del poder, es obligatorio llegar al convencimiento de ¿Quién tiene el poder? La Escritura nos enseña que el poder viene de Dios, que Dios mismo tiene el poder en su plenitud, que el poder que enseña Dios se convierte en servicio, en calidad de vida humana. El poder siempre ha estado en aras del servicio y del bien de una comunidad. Por ejemplo: Dios le dio al hombre el poder sobre la tierra y animales, para que cuidara de esa gran obra. (cfr. Génesis 1, 26).
 
            El gran Rey David recapitula esta idea, explicando que Dios le encargó la obra ese poder. “Todo lo pusiste bajo tus pies”. (Salmo 8) Dios le da el poder a Moisés y lo convierte en el liberador de su pueblo Israel. (cfr. Éxodo 3, 7-10). El apóstol san Pablo nos aclara que Dios le da poderes a las personas, talentos, siempre en aras del servicio. “Hay distintas formas de servir, pero todos servimos al mismo Dios. Dios trabaja de maneras diferentes, pero es el mismo Dios.” (cfr. 1 Corintios 12, 5-11).
 
            Jesucristo envía misioneros al mundo con el poder de servir. Es más, la identidad del enviado es el servicio, no el poder. Por ejemplo: El más grande debe ser el servidor. (Marcos 9, 35). Yo no vine a ser servido, sino a servir. (Mateo 20, 28) Nadie le puede servir a dos señores. (Mateo 6, 24). 

          Muchas mujeres se pusieron al servicio del Evangelio. (Lucas 8, 1-3). El Papa Francisco afirma: “Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y atropello. En corrupción” (Audiencia, 24 de febrero, 2016). 
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