Evangelio miércoles 8 de mayo
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“A la Hora
de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo
muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando
venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no
hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá
sucediendo.
Él me
glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que
es del Padre es mío. Por eso les digo: “Recibirá de lo mío y se lo anunciará a
ustedes”. Juan 16, 12-15
El
Espíritu Santo como tercera persona de la Santísima Trinidad, recibe la misión
de despertar el entendimiento, fortalecer la voluntad, permitir que cada
persona pueda asumir su propia misión, por difícil que sea. Es verdad que en materia de vida cristiana
hay compromisos que muchas personas no logran entender o se les hace imposible
que una persona pueda con esa tarea.
Precisamente es la voz de la
esperanza del Hijo de Dios para decir a quienes deseen seguirlo, algo así como:
“No se preocupen, que cualquier duda que tengan o alguna imposibilidad, el
Espíritu Santo les indicará la razón de ser y el camino a seguir”. En
conclusión, sin la gracia del Espíritu Santo no podemos realizar nada.
Hay
que lograr entender que todo lo que hacemos, vivimos y somos, no procede de la
sangre ni de la carne, sino del Espíritu (Mateo 16, 17); de la revelación
de Dios brota una vida muy del Espíritu de Dios. El apóstol san Pablo nos
enseña que “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1
Corintios 2, 11). Única y exclusivamente, es el Espíritu de Dios quien nos
puede dar a conocer la realidad del Padre, y la realidad del Hijo, y la misión
que debemos asumir según el Espíritu de Dios.
El
Catecismo de nuestra Iglesia Católica nos recuerda la presencia y la misión del
Espíritu Santo en la historia hasta la plenitud de la misma. Siempre ha
estado presente el Espíritu Santo. Por ejemplo, Jesucristo inaugura el anuncio
de la Buena Nueva parodiando el pasaje del profeta Isaías: “El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres
la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor». (Isaías 61, 1-2). (cfr. Catecismo 687 – 714).
Jesucristo
mismo confía su misión a sus apóstoles diciéndoles que se dejen guiar por el
Espíritu Santo, que Él les dará a conocer y a entender la verdad que ellos
deberán anunciar.
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