El Reino de Dios será también para aquellos que logren identificarse con el ser de un niño. San Juan el Bautista le correspondió la misión de preparar los corazones y los sentimientos de todos aquellos que desearan recibir el Reino de prometido por Jesús de Nazareth. El santo decía: “Preparen el camino del Señor” (Lucas 3, 4-5). La propuesta del Hijo de Dios para nosotros es: “Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca” (Marcos 1, 15).
Jesucristo propone un Reino donde debe reinar la paz, la justicia, el amor, que todos logremos hacer la voluntad de Dios. Jesucristo nos educa con parábolas para que vivamos nuestra fe según la propuesta de su Reino. Por ejemplo: La parábola del sembrador. El reino se debe anunciar a pesar de que muchos no lo acepten.
La parábola del trigo y la cizaña. El reino se proclama a pesar de que muchos quieran sembrar el mal. La parábola del grano de mostaza. El reino comienza a crecer y nadie lo logra detener. La parábola de la levadura. La gracia de Dios fermenta todo el trabajo y la dedicación por el Reino. La parábola del tesoro escondido. Todo creyente se sacrifica por encontrar su mayor tesoro en la vida. Encontrar a Dios y su Reino.
El Nazareno propone un Reino con el modelo de un niño. El hermeneuta bíblico nos propone pensar en los siguientes criterios: Quien es niño, se apoya en alguien adulto, con experiencia, con madurez, se deja indicar el camino. Jesucristo dijo alguna vez a Pedro. “Cuando eras joven, ibas donde querías, cuando seas viejo, alguien te indicará el camino” (cfr. Juan 21, 18-25). Quien es niño, no descarta ni discrimina a las personas. Jesucristo propone un Reino donde todos debemos ser hermanos. (Mateo 23, 8).
Quien es niño, no se le ocurre guardar rencor contra los demás.
Dios recomienda: No a la venganza, ni guardar rencor contra el otro. (Levítico
19, 18). Quien es niño brilla por decir
la verdad. Jesucristo advierte a sus seguidores: “Si permanecen en mi
Palabra, conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Juan 8, 31-38).