Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Así, todo árbol bueno da frutos
buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir
frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da
buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los
reconoceréis.” Mateo 7, 15-20
Buena advertencia de Jesús de
Nazareth ante el impacto que puede causar el anuncio de la Palabra de Dios. El mayor consejo es: “Estar muy atentos”,
aprender a distinguir entre lo real del Evangelio y la seducción de los
mensajes de aquellos que pretenden ganar prosélitos para su propio bien.
Tuvo la razón alguien cuando dijo: Muchas palabras pueden ser inteligentes,
pero no necesariamente verdaderas. Seguirán existiendo falsos profetas, que
predican con mucha elocuencia, pero su predicación se hace infecunda. La clave
para una buena predicación y educación en el Evangelio, es que coordine lo que
se anuncia con lo que se hace. Dice el Hijo de Dios: “Por sus frutos los
conoceréis”.
El
discernimiento es un buen camino para distinguir entre el verdadero o engañoso
anuncio del Evangelio. Hoy aprendemos que el discernimiento es una Gracia
de Dios. Es un acto de la inteligencia, un acto de la voluntad. El apóstol san
Pablo tuvo toda la razón cuando aconsejó: “Que cada cual discierna cuál es la
voluntad de Dios. Lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”. (Romanos 12, 2).
Para poder discernir con exactitud
lo que se desea y la opción más conveniente es necesario entender que: Discernir es una gracia de Dios. Cuando una
persona es de fe, pide insistentemente al creador que le regale el don de la
sabiduría para poder elegir lo que desea para el futuro de su vida en ese
momento.
El
discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las
elecciones son una parte esencial de la vida. Jesús habla del
discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe
al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader
que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando
un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cf. Mateo 13, 44-48). (cfr.
Papa Francisco, audiencia, 31 de agosto 2022).
El discernimiento es agotador pero
indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí
aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios.
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