Evangelio jueves 27 de junio 2024 Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo
a sus discípulos: “No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en
el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está
en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no
profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos
milagros en tu Nombre?” Entonces Yo les manifestaré: “Jamás los conocí;
apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”.
Así, todo el que escucha las
palabras que acabo de decir y las pone en práctica puede compararse a un hombre
sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron
los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se
derrumbó, porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis
palabras y no las practica puede compararse a un hombre insensato, que edificó
su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes,
soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue
grande”.
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque Él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.” Mateo 7, 21-29.
Obediencia
y fidelidad son dos presupuestos que propone el Hijo de Dios, para todos
aquellos que deseen convertirse en sus discípulos misioneros. Será
obediente aquella persona que cumpla con la voluntad de Dios. Será fiel aquella
persona que edifique su vida sobre la Palabra de Dios, los sacramentos, la
oración, la práctica de las obras de misericordia. Eso es así, algo, como una
casa edificada sobre la roca.
La
obediencia es un excelente valor. Quien se acostumbra a ser obediente, se
vuelve sabio, es prudente, avanza rápidamente, llega a la santidad. La
Sagrada Escritura nos enseña una buena máxima: “Hay que obedecerle a Dios antes
que a los hombres”. (Hechos 5, 29). La obediencia pertenece a la dimensión
comunitaria de la fe. Eso implica decir que obedecer en la fe es someterse
libremente a la palabra escuchada.
Abraham es un buen ejemplo de aquella persona
que cree en Dios y es obediente al mandato de su Señor. «Por la fe, Abraham
obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin
saber a dónde iba» (Hebreos 11,8; cfr. Génesis 12, 1-4). Por la fe, vivió como
extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cfr. Génesis 23,4).
Por la fe, a Sara se le otorgó el concebir al
hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en
sacrificio (cfr. Hebreos 11,17). (cfr. Catecismo Iglesia, 145-147). La
Virgen María es el modelo perfecto de la obediencia: Cumple el mandato de
Dios, obedeciendo lo que le anuncia el Ángel: (cfr. Lucas 1, 35-38).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ
https://youtu.be/LccQKs8RwYI
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque Él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.” Mateo 7, 21-29.
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ
https://youtu.be/LccQKs8RwYI