5 de junio de 2024

SACERDOTES, PERO EN NOMBRE DE DIOS Evangelio jueves 6 de junio 2024



SACERDOTES, PERO EN NOMBRE DE DIOS.
Evangelio jueves 6 de junio 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
            “Llegada la Hora de pasar de este mundo a su Padre, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: “He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios”.
 
Y tomando una copa, dio gracias y dijo: “Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios”.
            Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Después de la cena, hizo lo mismo con la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.”. Lucas 22, 14-20.
 
            La sagrada liturgia en nuestra Iglesia Católica nos propone detener nuestro pensamiento en Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote. Se nos pueden ocurrir varias ideas.  La primera ¿En qué consiste el sacerdocio? La Iglesia responde: El sacerdote es un enviado de Dios. Lo que quiere decir que la vocación es de orden divino no humano. Es Dios quien elige, envía y sostiene a sus elegidos. La segunda ¿Cuál deben ser las características de un sacerdote’”? La Iglesia responde: Una persona humilde, compasiva, misericordiosa, un mediador entre Dios y los hombres, una persona de oración, un hombre modelo en su fe y en su vida.  
 
            La tercera, ¿Qué nos enseña la Escritura acerca del sacerdocio de Jesucristo? La Iglesia responde. Según el salmo 100, será sacerdote según el rito de Melquisedec, quien supera la mediación de los profetas, reyes, sacerdotes judíos y levitas. De acuerdo al profeta Isaías, Es el Siervo de Yahvé, quien salvará al pueblo mediante su sacrificio. (Isaías 42, 1-7). En la Carta a los Hebreos descubrimos a un Cristo sumo sacerdote de la nueva alianza, que está sentado a la diestra del trono de la majestad de los cielos. (Hebreos 8, 1).
 
            El capítulo 5 de la carta a los Hebreos nos regala los rasgos del sacerdocio de Cristo y de sus sacerdotes: Es una persona constituida por Dios, para ofrecer dones y sacrificios, con una vocación para que recuerde que nadie se atribuye este honor sino aquel que es llamado por Dios. (Hebreos 5, 4-5).
 
Jesucristo no se otorgó la gloria del sumo sacerdocio, sino que se la ofreció a Aquel que le dijo “Tú ere mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. Lo más grande del sacerdocio de Cristo es su muerte en la Cruz. (cfr. Hebreos 5, 7-70). Jesucristo supera el sacerdocio levítico (cfr. Hebreos 7, 11-14).
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