Evangelio jueves 13 de junio 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Pero Yo les
digo que todo aquél que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por
un tribunal. Y todo aquél que lo insulta, merece ser castigado por el Tribunal.
Y el que lo maldice, merece el infierno.
Por lo tanto, si al presentar tu
ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra
ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo
con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te
entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.” Mateo 5, 20-26.
El
principio de la justicia no está tanto en el ejercicio de nuestras prácticas
religiosas, sino en que aprendemos a ser justos con los demás, a vivir en
comunión y en paz con los demás. Dios nos preguntará: “¿Qué hiciste con tu
hermano?”. El llamado histórico
salvífico de Dios ha sido la reconciliación. Palabra y decisión clave para
vivir según la voluntad de Dios, para tomar decisiones de acuerdo a la bondad y
a la misericordia de Dios.
El
mismo término “Reconciliación” lo define todo. “RE” significa de nuevo.
“CONCILIARE” hacer las paces, hacer la amistad con el otro. En síntesis, la
propuesta es comenzar de nuevo, una vida nueva, una vida renovada, dejando
atrás todo aquello que me impide está en paz con Dios y con las personas que me
rodean. El reto estaría en superar la justicia de los escribas y los fariseos. El punto es que no hacen lo que dicen.
Nuestro
Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que: La justicia es la virtud moral
que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que
les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la
religión”.
Para con los hombres, la justicia dispone a
respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la
armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común.”
(Numeral 1807).
El Papa Francisco nos enseña que: “la justicia
por sí misma no basta,
y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de
destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el
perdón. (cfr. Bula, Misericordiae Vultus, año 2015).
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