Evangelio domingo 23 de junio
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo
a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo
llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces
se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba
llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo
despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”
Despertándose, Él increpó al viento
y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!” El viento se aplacó y sobrevino una gran
calma. Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”
Entonces
quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el
viento y el mar le obedecen?” Marcos 4, 35-41.
Jesús es el santo de Dios, está
investido del espíritu (cfr. Marcos 1, 9-11). Él es más fuerte que el mismo
satanás, (Marcos 1,12-13). Hasta el viento y el agua le obedecen, (cfr. Marcos
4, 41). Jesús despierta la admiración de
sus contemporáneos, por la novedad de su enseñanza y por la autoridad con
que la expone; suscita estupor por el poder con que manda a los espíritus
malignos que tiranizan al hombre y por el sometimiento a que los reduce;
infunde temor reverencial a sus discípulos al ver la obediencia con que el
viento y el mar se someten a su palabra. ¿Por
qué será que no entendemos la vida, desde la fe?
Necesitamos
pedir insistentemente la gracia de la fe. Porque la fe es un inmenso don de
Dios y vale más que la vida misma, pues sólo con ella puede el hombre caminar
en su existencia hacia el destino eterno, aunque a veces no vea, aunque le
rodeen espesas tinieblas, aunque le azote la duda, aunque le domine el miedo,
aunque le invada el desaliento, ya que “el
justo vive de la fe”.
La fe fue
la fuerza en su peregrinar par este mundo de todos aquellos hombres de Dios y
lo seguirá siendo para todos aquellos que deseen y quieran ir tras las huellas
de Cristo. La fe no es un mero sentimiento de la presencia de Dios. Es caminar,
sufrir, caer y levantarse.
El
Papa Benedicto XVI nos enseña que la fe es la que nos salva. La esperanza y la
oración, la confianza y el abandono, tocan el corazón de Dios. Jesús no nos
quiere personas pasivas, de brazos cruzados, nos quiere instrumentos activos,
responsables, pero a la vez, llenos de esperanza. Esta es la clave para
afrontar las tempestades de la vida: tener cerca de nosotros a Jesús, llevarlo
dentro de nosotros siempre. Cuando tengamos alguna queja con el Señor
recordemos que “el que cree nunca está
solo”. (cfr. Homilía, 12 de septiembre de 2006).
EN EL AÑO DEL HIJO JESUCRISTO
El hallazgo de Jesús en el Templo (cfr. Lucas 2, 41-52) es el único
suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús.
Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una misión
derivada de su filiación divina: "¿No sabíais que me debo a los asuntos de
mi Padre?" (Catecismo # 534).
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