Evangelio lunes 3 de junio 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Y se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la
rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos
labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo
para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron,
le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro
siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron.
Y envió a otro y a éste
le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía
le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: `A mi hijo
le respetarán’. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: `Éste es el
heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia.’ Le agarraron, le
mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? °°°
Marcos 12, 1-12
Dios es el dueño de la Viña. A lo largo de la historia, el mismo Dios
ha ido confiando su Viña a hombres y mujeres, que no han dado buenos resultados.
La posición del creador ha sido la misma: La bondad, la comprensión, el perdón,
esperar para que las personas vuelvan nuevamente por los caminos del bien y de
la verdad. La posición del ser humano, no ha sido estable. El problema se ha
conservado: La ambición, el poder, el
tener. Ha sido una lucha constante de las personas por sentirse por encima
de los demás. Cuando este desorden aparece en el corazón y los sentimientos del
ser humano, aumenta el odio, la venganza, la muerte.
La historia se convierte en actualidad. Así lo explica el Papa
Benedicto XVI. No nos podemos quedar con la idea de lo que aconteció en
tiempo del profetismo en Israel, muchos de ellos fueron maltratados y perdieron
sus vidas. O no podemos dejar de recordar, el martirio de los mismos apóstoles
que siguieron al Maestro. El ser humano ha luchado contra Dios, incluso algunos
lo dejan en el olvido, es la manera como el hombre desplaza a Dios y se le abre
la posibilidad de creer que él es Dios. (cfr. Libro Jesús de Nazareth, primera
parte, p, 104).
La respuesta a esta triste historia de la ambición del ser humano es la
conversión. es un tiempo privilegiado, porque es momento bastante largo
para cambiar radicalmente la orientación de la propia conciencia. Ese mismo
tiempo es a su vez un período de Gracia. No se puede desaprovechar el tiempo,
no se puede justificar nuestra irresponsabilidad en el tiempo, con lo que otros
en el pasado no supieron dar lo mejor de sí en el tiempo.
Advertía el apóstol san Pablo: “Quien crea estar firme, cuidado que no
caiga” (1 Corintios 10, 12). La conversión se da en el tiempo. No es una
ilusión futura. Dejar que el tiempo transcurra no soluciona los males del
espíritu; aumenta su propia angustia existencial.
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