Evangelio miércoles 12 de junio
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Por tanto, el que
traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres,
será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y
los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.” Mateo 5, 17-19.
La ley de Dios tiene su razón y sus implicaciones. Desde el primer momento en que Dios se le
ocurre presentar su perfecto plan para vivir en paz con Él y con los demás, no
hay razón para que una persona creyente en qué consiste la voluntad de Dios.
Moisés cumplió su misión. Subió al monte y proclamó los deseos de Dios
para todos aquellos que deseen buscar la felicidad y llegar a la vida eterna.
(cfr. Éxodo 20). Lo más importante es que
podamos entender, la importancia del espíritu de la ley. Cómo debemos cumplir
con la voluntad de Dios. (cfr. Mateo 5, 19).
Pensemos en lo primero:
El espíritu de la ley. Si se trata de la
Palabra de Dios no hay lugar a discusión. Dice la Escritura: “La ley fue dada
por Dios, la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo”. (Juan 1, 18) El Hijo de Dios es el primer cumplidor,
fiel y respetuoso de la ley. El Maestro cumplió con la ley de Dios, según
lo estipulado por la Sagrada Escritura. (cfr. Lucas 2, 22).
El Nazareno enseña que la
libertad no se logra destruyendo la ley o violando normas y preceptos, sino
dándole plenitud, espíritu y vida a lo
establecido. El apóstol san Pablo entendió muy bien el misterio de la
Palabra de Dios: La ley del espíritu es
el imperativo del interior de cada persona. El Espíritu Santo, se hace
maestro y guía del espíritu del hombre. (cfr. II Corintios 3, 3).
Pensemos en lo segundo:
No tendremos tropiezos con la ley,
mientras seamos obedientes a la voluntad de quien la creó. Jesucristo nos
plantea un cristianismo según la voluntad de Dios y no según el parecer de cada
persona. El que viene a ofrecer la libertad y la paz, inicia su misión
respetando los códigos sociales, y proponiendo un espíritu de vida diferente
que no desconoce el valor de lo escrito.
El reto es que cada persona, pueda cumplir y ser fiel haciendo lo que
Dios le agrada. Precisamente la voluntad de Dios es: “Lo bueno, lo
agradable, lo perfecto” (Romanos 12, 2). A Dios no le agrada, aquellas personas
que manipulan su mensaje, que lo enseñas a medias, que contradicen su valor
original. (cfr. Mateo 5, 18).
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