Evangelio viernes 28 de junio
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando
Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue
a postrarse ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes purificarme.» Jesús
extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» Y al
instante quedó purificado de su lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie,
pero ve a presentarse al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para
que les sirva de testimonio». Mateo 8, 1-4.
La
misericordia distingue el perfil de un buen misionero. El Salvador del
mundo puso en práctica lo que su Padre celestial le encomendó. Instauró el
Reino de Dios. Tomó como base la
misericordia. Se dio cuenta de lo que más hiere y hace sentir tan mal a un ser
humano: sentirse desplazado, juzgado por una sociedad, descartado por leyes
que discriminan a las personas.
Una enfermedad, una limitación. Por ejemplo:
Jesucristo sana a un leproso. Acoge la petición del centurión romano. Atiende a
la suegra de Pedro. Libera del demonio. Cura un paralítico, Atiende a la
hemorroísa, etc. (cfr. Mateo 8 – 9, 32).
El
mejor ejemplo de misericordia, es Jesús de Nazareth. Todo el tiempo de su
apostolado, predicando el Reino de su Padre, se dedicó a practicar la
misericordia con las personas. Salió en búsqueda del pecador, le dio la
mano a las personas, escuchó con calma a los demás. La Escritura nos recomienda las obras de misericordia. son acciones
caritativas mediante las cuales ayudamos a los demás en sus necesidades
corporales y espirituales (cfr. Isaías 58, 6-7; Hebreos 13, 3).
Instruir,
aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como
también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Santa Rosa de Lima decía: “Cuando
servimos a los pobres y a los enfermos, somos buen olor de Cristo”.
Todas
las palabras, las actitudes, los gestos, del Maestro de Nazareth, llevan el
distintivo de la misericordia. Misericordia: es la ley fundamental que
habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano
que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y
el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el
límite de nuestro pecado.
El
Papa Francisco nos enseña: Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar
del Padre, sino que ella se convierte
en el criterio para saber, quiénes son realmente sus hijos. (N. 9
Misericordiae). “El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del
amor misericordioso y es un imperativo que no podemos prescindir”. Por ende: “No permitan que la noche los
sorprenda enojados” (Efesios 4, 26). (cfr.
Bula, Misericordiae Vultus, año 2015).
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