en el Evangelio de este domingo (Lucas 6, 39-45) Jesús nos
hace reflexionar sobre dos de los cinco sentidos: la vista y el gusto.
Sobre la vista, pide entrenar los ojos para observar bien
el mundo y juzgar con caridad al prójimo. Dice así: «Saca primero la viga
de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu
hermano» (v. 42). Solo con esta mirada de cuidado, no de condena, la corrección
fraterna puede ser una virtud. ¡Porque si no es fraterna, no es una corrección!
Sobre el gusto, Jesús nos recuerda «cada árbol se conoce
por su fruto» (v. 44). Y los frutos que vienen del hombre son por ejemplo
sus palabras, que maduran en la boca, de modo que «de lo que rebosa el corazón
habla su boca» (v. 45). Los malos frutos son las palabras violentas,
falsas, vulgares; los buenos son las palabras justas y honestas que dan sabor a
nuestros diálogos.
Y entonces podemos preguntarnos: ¿yo cómo miro a las
otras personas, que son mis hermanos y hermanas? ¿Y cómo me siento mirado
por ellos? ¿Mis palabras tienen un buen gusto, o están empapadas de amargura y
de vanidad?
Hermanas y hermanos, os mando estos pensamientos todavía
desde el hospital, donde como sabéis estoy desde hace varios días, acompañado
por médicos y trabajadores sanitarios, a quienes doy las gracias por la
atención con la que me cuidan. Siento en el corazón la “bendición” que se
esconde dentro de la fragilidad, porque precisamente en estos momentos
aprendemos aún más a confiar en el Señor; al mismo tiempo, doy gracias a Dios
porque me da la oportunidad de compartir en el cuerpo y en el espíritu la condición
de tantos enfermos y personas que sufren.
Quisiera daros las gracias por las oraciones, que se
elevan al Señor desde el corazón de muchos fieles de muchas partes del mundo:
siento todo vuestro afecto y vuestra cercanía y, en este momento particular, me
siento como “llevado” y sostenido por todo el Pueblo de Dios. ¡Gracias a todos!
Yo también rezo por vosotros. Y rezo sobre todo por la paz.
Desde aquí la guerra parece aún más absurda. Rezamos por la atormentada
Ucrania, por Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, Kivu.
Nos encomendamos confiados a María, nuestra Madre. Feliz
domingo y hasta pronto. Fuente: Vatican. Va.