Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo
a los fariseos:
El pobre murió y fue llevado por los
ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada
de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: “Padre Abraham,
ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua
y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan”.
“Hijo mío,
respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en
cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo.” °°° Lucas 16, 19-31.
¿Será
que existe la vida artificial? De acuerdo a las enseñanzas del Salvador del
mundo, si existen una variedad de pensamientos, pecados, decisiones, a través
de los cuales, se han equivocado muchas personas en la historia. La prueba
es que una persona puede reconocer que tomó extremas decisiones en su vida,
pero ya es demasiado tarde para regresar. Epulón quiso devolver la historia,
pero Abraham le respondió: “Cada cual
debe saber administrar su vida” (Lucas 16, 26). “Si no escucharon a Moisés
y a los profetas, aunque resuciten los muertos no se convencerán” (Lucas 16,
31).
El
principio universal es que hombres y mujeres desean la felicidad. El punto es:
¿De qué felicidad se trata? ¿Cómo logro la felicidad? Debo decidirme en la
vida el camino a seguir. Pongo los sentimientos de mi corazón en las riquezas,
en el poder, en la vanagloria. O me decido por ubicar mi corazón en la
sencillez, la humildad y el buen servicio a la comunidad. La solución está en
la administración. ¿Cómo debo administrar mi vida?
El
apóstol san Pedro propone un práctico camino para administrar la vida: Lo
primero, recuerden que deben rendir cuentas a Dios, al final de sus vidas.
Lo segundo, vivan con sensatez, sean personas de oración, amen a los demás,
practiquen la caridad con las demás personas.
Lo tercero,
pongan al servicio de los demás los dones y gracias que Dios les regaló. (1 de
Pedro 4, 5-10). El Papa Francisco recomienda: “Vive y deja vivir. No juzgues a
nadie. (cfr. Mateo 7,1). Ayuda y sirve a los demás. Evita todo tipo de
desórdenes en tu vida.”
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