Evangelio viernes 28 de marzo
2025
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Uno de los
letrados se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los
mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el
escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay
otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con
todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los
holocaustos y sacrificios. Y Jesús,
viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino
de Dios.” Marcos 12, 28b-34.
Para
conocer muy bien a Dios es necesario entender el camino del amor. La
Escritura enseña que Dios es amor. La manera como Dios se da a conocer es a
través del amor, de la caridad, de la bondad, de la misericordia. Todo lo que signifique que “Amar es hacer
siempre el bien”, todo nos permite conocer el ser de Dios. El primero que
toma la iniciativa para amar es Dios. Él nos amó primero y Él tomó la
iniciativa de enviar a su Hijo para salvar al mundo por amor. (cfr. 1 de Juan
4, 10).
Entendemos
que el amor de Dios es incondicional. A pesar de nuestras debilidades y
fallas, Dios nos sigue amando y sigue utilizando el camino del amor para que
encontremos el camino de la felicidad. (cfr. Romanos 5, 8). El amor de Dios siempre está para proteger
nuestras vidas, para darnos la sabiduría suficiente y no caigamos en las
tentaciones que ofrece el mal. (cfr. Salmo 36). La mayor expresión del amor de
Dios es que envió su Hijo para que todo el que crea en Él, llegue a la vida
eterna. (cfr. Juan 3, 16).
Los
católicos entendemos que los mandamientos son la regla de oro, son el
fundamento para una excelente vida cristiana. Jesucristo ofrece vida eterna para todos
aquellos que respeten ese Reino y vivan el espíritu de su programa de
vida. Cuando una persona quebranta los
mandamientos de la ley del creador se produce una interferencia entre el deber
y el hacer. Los creyentes entendemos que los mandatos de Dios no son
arbitrarios.
El
Papa Francisco nos enseña que los mandamientos son los PEDAGOGOS que nos
llevan hasta Dios. el decálogo es una autopista hacia “una feliz simbiosis
entre nuestra alegría de ser amados y el gozo de Dios que nos ama”.
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