Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu
hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu
hermano: ‘¿Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la
viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu
ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No hay árbol bueno que produzca
frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce
por sus frutos.” °°° Lucas 6, 39-45.
Cuando
reconoces lo que eres, cuando descubres tus imperfecciones, cuando luchas con
tus limitaciones, tienes mucho para ofrecer a los demás. Debes aprender que quien reconoce sus
debilidades, se entiende muy bien con el otro. Dios le propone a la humanidad,
la perfección. “Sean perfectos porque vuestro Padre celestial es perfecto”
(Mateo 5, 48). Se puede alcanzar ese ideal, el día que una persona reconozca
que es imperfecta y se dedique a superar lo que no le permite encontrar la
perfección deseada.
Para
lograr el camino de la perfección el consejo sabio lo tiene Dios. Lo primero,
reconoce que eres un ser imperfecto. La pregunta sería: si eres imperfecto,
por qué juzgas tanto la vida de los demás. Lo
segundo, hay que proponerse a vivir de acuerdo a la nueva ley de Dios.
¿Cuál es esa ley? Habéis oído que se dijo, pero yo os digo.
La
nueva ley de Dios está en superar el legalismo. El Maestro desea que
entendamos que Él no vino a superar la ley o los profetas, sino para enseñar la
forma perfecta de vivir según el deseo de Dios. (cfr. Mateo 5, 17). ¿Cuál es la base de la nueva ley? El
que cumpla y enseñe correctamente los mandatos divinos, será el más grande en
la sociedad. (Mateo 5, 19).
¿Quién
es el más grande en el Reino? El que no difama, el que no insulta, el que no
jura en falso, el que no golpea la mejilla de los demás, el que no pone
pleito, el que no da la espalda a los demás. Etc. (cfr. Mateo 5, 20-48). La
Escritura nos enseña una colección de sabias sentencias que nos ayudan a
comprender en qué nos equivocamos.
Dice el
libro sagrado: “Al sacudir el cedazo
caen las mugres, y lo mismo los defectos del hombre cuando se pone a hablar.
La prueba para los cántaros de arcilla es el horno; para un hombre es su manera
de razonar. Los frutos de un árbol mostrarán si fue bien cultivado; de igual
modo las palabras de un hombre dan a conocer su fondo.” (Eclesiástico 27, 4-6).
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