Nos preparamos
para celebrar la Pasión del Salvador del mundo
La conversión es
el ideal de la vida cristiana
Caminamos juntos
en la Esperanza. Padre Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
El 5 de marzo del
año 2025 iniciamos nuestro camino de la Esperanza, reconociendo con la Ceniza
lo que somos y lo que volveremos a ser cuando regresemos al Padre celestial.
El Hijo de
Dios nos ofrece el mejor regalo para el espíritu y para el alma: “Conviértete y
cree en el Evangelio”.
(Marcos 1, 15).
La Cuaresma es
un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de
Jesucristo muerto y resucitado.
Nos hará bien
reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los Gálatas: «No nos
cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los
frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad hagamos
el bien a todos» (Gálatas 6, 9-10a).
El Papa
Francisco nos pide el siguiente tema para la Cuaresma: caminar juntos en la
esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos,
de manera personal y comunitaria.
La vocación de
la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales. Los cristianos están llamados a hacer camino
juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir
de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a
encerrarnos en nosotros mismos.
Caminar juntos
significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de
Dios (cf. Gálatas 3, 26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin
albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta
excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los
unos a los otros con amor y paciencia.
¿CUÁL ES LA
VERDADERA RELIGIÓN?
MIÉRCOLES DE
CENIZA 5 DE MARZO 2025
Joel 2, 12-18;
Salmo 50;
2 Corintios 5, 20 – 6,2; Mateo 6, 1-6. 16-18
MONICIÓN
INICIAL
Jesucristo nos llama hoy a
reconciliarnos con Él. Este es el tiempo favorable para hacerlo, efectuando un
profundo cambio en nuestras vidas, una verdadera conversión. “La Cuaresma es el
tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás;
para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo
cerrado.” Iniciemos con fe y recogimiento nuestra celebración
LITURGIA DE LA
PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Joel 2, 12-18
“Ten compasión de tu pueblo, Señor
no entregues tu heredad al oprobio.” Reconocemos públicamente nuestra condición
de pecadores y damos el paso para aceptar la acción de Dios en nuestras vidas.
Escuchemos en silencio la Palabra.
“Oráculo del
Señor convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto; rasgad
vuestros corazones, no vuestros vestidos; y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor que se
arrepiente del castigo.
¡Quién sabe si
cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda y liberación
para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta
en Sión, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea, reunid a la gente,
santificad a la comunidad, llamad a los ancianos; congregad a muchachos y niños
de pecho; salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo.
Entre el atrio y
el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan:
«Ten compasión de
tu pueblo, Señor no entregues tu heredad al oprobio, ni a las burlas de los
pueblos».
¿Por qué van a
decir las gentes: «Dónde está su Dios»?
Entonces se
encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo. Palabra de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL
Misericordia
Señor, hemos pecado.
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa
compasión borra mi culpa;
lava del todo mi
delito,
limpia mi pecado.
R/.
Pues yo reconozco
mi culpa,
tengo siempre
presente mi pecado:
contra ti, contra
ti sólo pequé,
cometí la maldad
en tu presencia. R/.
Oh, Dios, crea en
mí un corazón puro,
renuévame por
dentro con espíritu firme.
No me arrojes
lejos de tu rostro,
no me quites tu
santo espíritu. R/.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con
espíritu generoso.
Señor, me abrirás
los labios,
y mi boca
proclamará tu alabanza. R/.
SEGUNDA
LECTURA
2 Corintios 5,
20 – 6,2
“No echen en saco roto la Gracia de
Dios”. Cristo no cometió pecado, pero por nosotros cargó con todos los pecados
de la humanidad y nos invita a la reconciliación.
“Hermanos.
Actuamos como
enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía
el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser
justicia de Dios en él.
Y como
cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios.
Pues dice:
«En el tiempo
favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé».
Pues mirad: ahora
es tiempo favorable, ahora es el día de la salvación. Palabra de Dios.
TERCERA
LECTURA
Mateo 6, 1-6.
16-18
El Maestro de Nazareth propone una
religión centrada en Dios. Una religión que tiene como base la caridad y la
misericordia. La religión del Nazareno se mueve en lo secreto. “Tu Padre que ve
en lo secreto te lo recompensará” (Mateo 6, 18). Escuchemos el Santo Evangelio
“Dijo Jesús a sus
discípulos:
«Cuidad de no
practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de
lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando
hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas
en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os
digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así
tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando recéis, no
seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y
en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo
que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio,
cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en
lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis,
no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para
hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su
paga.
Tú, en cambio,
cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note,
no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en
lo escondido, te recompensará». Palabra del Señor.
¿CUÁL ES LA
VERDADERA RELIGIÓN?
¿Qué
recomienda Jesucristo?
No practiquen la
justicia para ser vistos por los demás. Que tu mano izquierda no sepa lo que
hace tu derecha. No oren como los hipócritas. (cfr. Mateo 6, 1-6).
El Papa
Francisco recomienda no confiar en el diablo, es el campeón de los mentirosos, es el padre de
la mentira. Sus propuestas son siempre mentira. Es un derrotado, pero se mueve
como vencedor. (cfr. Homilía, 8 de mayo, 2018).
Un creyente en
Dios que aprende a perdonar siempre; ora por sus enemigos, vive en paz con los demás, su regla de
vida es el amor y la misericordia (cfr. Colosenses 3, 13-15) La Escritura
enseña que Dios es bueno, demasiado bueno, rico en misericordia. (cfr. Efesios
2, 4).
LIMOSMA,
ORACIÓN Y AYUNO
San Ambrosio nos
dice que estas tres herramientas deben trabajar unidas: Mas no basta el ayuno
sin la limosna. Tampoco basta el ayuno y la limosna sin oración, la oración nos
sintoniza con la voluntad de Dios.
El corazón de
Dios se alegra perdonando. Ese es el campo afectivo y sentimental del Hijo de
Dios, frente a la misión que el Padre celestial le encomendó: Ser el salvador del mundo. Pretender
salvar la humanidad, no consiste explícitamente en un catálogo de normas y
regularidades de comportamiento.
Jesús logra
convencer de una forma ejemplarizante que no siempre la inteligencia humana
tiene la razón: por
ejemplo, acoger a los pecadores y comer con ellos no es mala idea. Perdonar al
que se equivoca, es mejor que condenarlos a todos. Buscar a quien se encuentra
alejado es preferible a que todos se pierdan en el pecado. Preferir el Reino de
Dios al reinado de los hombres, es más beneficioso para la paz social. Es más
fácil perdonar y acoger, que vivir toda una historia en el rencor y la venganza
Como buenos y excelentes
católicos debemos aprender a vivir nuestra religión desde las obras de
misericordia. La misericordia es y debe ser el ideal de vida y el criterio
de credibilidad. “Dichosos los misericordiosos” (Mateo 5, 7).
LAS OBRAS DE
MISERICORDIA. Son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro
prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cfr. Isaías 58, 6-7: “"¿No será más bien
este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las
coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo ¿No
será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? Que
cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes"
Hebreos 13, 1-3. “"Permaneced
en el amor fraterno. No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella
hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles. Acordaos de los presos, como si
estuvierais con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también
vosotros tenéis un cuerpo."
La
misericordia toca fondo en los sentimientos, en la intimidad de la persona,
hace parte de la personalidad cristiana, no es un ejercicio, no es algo que se hace de un
momento para otro, es el ser de la misma persona.
Una persona
misericordiosa piensa constantemente en lo común, descubre rápidamente la
necesidad, su espíritu es siempre abierto, totalmente desprendida, su mente cubre un
conjunto interminable de posibilidades, su corazón tiene alojamiento para miles
de ovejas. El misericordioso tiene ventajas sobre cualquier artista en obras de
caridad. Le preocupa mucho la parte, sabe perfectamente desprenderse de sí
mismo porque su lente está más allá de los que se contentan con haber hecho
poco.
"Ayuna de juzgar a
otros descubre a Cristo que vive en ellos; Ayuna de palabras hirientes, Llénate
de frases sanadoras; Ayuna de descontento, Llénate de gratitud. Ayuna de
enojos, llénate de paciencia; ayuna de pesimismo, llénate de esperanza
cristiana;
Ayuna de
preocupaciones, llénate de confianza en Dios. Ayuna de amargura, llénate
de perdón. Ayuna de darte importancia a ti mismo, llénate de compasión por los
demás. Ayuna de pensamientos mundanos, llénate de las verdades que fundamentan
la santidad."
Hermanos y
hermanas, elevemos nuestras súplicas al Salvador del mundo, diciendo:
ESCÚCHANOS,
PADRE DE BONDAD.
1. Para que el
rito de la ceniza, que inaugura el camino cuaresmal, nos recuerde a todos que
formamos parte de la Iglesia, santa, pero siempre necesitada de penitencia.
Roguemos al Señor.
2. Para que los
enfermos y los que sufren se sientan, más que nunca, en el centro de la
comunidad que ora y lucha contra el mal, y se encamine en la esperanza hacia la
victoria pascual. Roguemos al Señor.
3. Para que los
discípulos del Señor, iluminados por la Sagrada Escritura, purificados por el
sacramento del perdón y fortalecidos con el pan de vida, den testimonio de que
el reino de Dios es alegría y paz en el Espíritu. Roguemos al Señor.
4. Para que los
gobernantes de las naciones trabajen siempre por la paz, la fraternidad, la
justicia y el progreso de todos los pueblos. Roguemos al Señor.
5. Para que
cuantos sinceramente buscamos el rostro de Dios, recibamos la plenitud del
perdón. Roguemos al Señor.
6. Para que haya
un resurgir vocacional de los jóvenes de nuestra comunidad y parroquia.
Roguemos al Señor.
Exhortación
final:
Señor, hoy nos
recuerdas que somos pecadores,
invitándonos a la
conversión radical de nuestras vidas.
Hoy nos dices:
conviértanse y crean el en Evangelio.
Es una consigna
de liberación de todo lo que nos degrada.
He aquí la tarea
de la cuaresma en camino hacia la pascua.
La ceniza es
garantía de resurrección del hombre nuevo.
Queremos
despojarnos de la hipocresía que nos corroe:
que sepamos
buscarte y agradarte en lo secreto.
Queremos rehacer
nuestra opción bautismal
para llegar a la
noche de la vigilia pascual
como hombres y
mujeres nuevos, renacidos de tu Espíritu.
Amén.
(Tomado de B.
Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 91)