Evangelio martes 11 de marzo 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo
a sus discípulos:
Ustedes
oren de esta manera:
Padre nuestro, que estás en el
cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona
nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos
dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los
demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.” Mateo 6,
7-15.
Podemos
decir que Jesucristo es el modelo y el alma de la oración. Para el Maestro
es necesaria la oración en todo momento. El Hijo de Dios sostuvo la oración
hasta el momento final en el madero de la Cruz. La oración siempre acompañó,
los milagros, las sanaciones, el encuentro con sus discípulos, los momentos
difíciles. La oración es el soporte
permanente de la vida cristiana.
Jesucristo
tomó todas sus decisiones desde la oración. Por ejemplo, pasó toda la noche
en oración y al amanecer bajó del monte, decidió quiénes serían sus discípulos.
(Lucas 6, 12-13). La oración en favor de sus amigos reaparece continuamente en la vida de
Jesús. A veces los apóstoles se convierten en motivo de preocupación para
Él, pero Jesús, así como los recibió del Padre, después de la oración, así los
lleva en su corazón, incluso en sus errores, incluso en sus caídas.
Desde
la oración Jesucristo verifica si sus discípulos saben la identidad propia
de su Maestro. “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Pedro le contestó en
nombre de todos: “El Cristo de Dios”. (Lucas 9, 18). En medio de la oración el
Maestro revela a tres discípulos su identidad divina. Es el episodio de la
transfiguración. (cfr. Lucas 9, 28-31).
Con
la oración también podemos combatir las tentaciones. Orad constantemente"
(1 Tesalonicenses 5, 17), "Dando gracias continuamente y por todo a Dios
Padre, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo" (Efesios 5, 20),
"siempre en oración y suplica, orando en toda ocasión con perseverancia.
(Efesios 6, 18). El Padre Nuestro es la oración que nos educa para todo momento
de nuestra vida cristiana.
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