Evangelio sábado 1 de marzo 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Les aseguro que el que no recibe el
Reino de Dios como un niño no entrará en él”.
Después los
abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.” Marcos 10, 13-16.
Dios
propone la niñez como la etapa maravillosa de un ser humano. Es el momento
de las grandes experiencias, la alegría, la búsqueda del saber, la
espontaneidad, la limpieza del alma, la nobleza del corazón, los deseos de
entender la vida. El Maestro de Nazareth propone la niñez como el modelo
perfecto de la identidad de una persona de fe, de alguien que tiene sus
esperanzas en Dios, de alguien que muestra el rostro de Dios en la nobleza de
su alma.
La
Escritura destaca la importancia de los niños como ejemplos en la sociedad,
como parte de una familia, como el camino correcto para ganarse la eternidad. Por ejemplo: “Instruye al niño en lo correcto
y en su vejez no lo abandonará” (Proverbios 22, 6). Un niño es importante para
sus familiares: “La corona del anciano son sus nietos, el orgullo de los hijos,
son sus padres” (Proverbios 17, 6). ¿Cómo educar a los hijos? “No hagan enojar
a los niños, edúquenlos según la disciplina y la ley de Dios.” (Efesios 6, 4).
Dios
le pide a la humanidad no maltratar ni menospreciar los niños. “Cuídense,
no desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues yo se lo digo: sus ángeles en
el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre del Cielo.” (Mateo 18, 10).
El mayor deseo de Dios es que los niños sean
educados y formados con el buen ejemplo de su familia: “Graba en tu corazón los mandamientos
que yo te entrego hoy, repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa
como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes.”
(Deuteronomio 6, 6-7).
El
Papa Francisco recomienda a los niños: “Queridas niñas y queridos niños, no
podemos llegar a ser felices en solitario, porque la felicidad crece en la
medida en que se comparte; pues nace con la gratitud por los dones que
hemos recibido y que a su vez compartimos con los demás. el don más grande
somos nosotros mismos, los unos para los otros; nosotros somos el “regalo de
Dios”. (cfr. Mensaje mundial para los niños. 26 de mayo, 2024).
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