27 de abril 2022. La suegra es un personaje mítico. Catequesis Papa Francisco. Plaza de san Pedro. Catequesis sobre la vejez 7. Noemí, la alianza entre las generaciones que abre al futuro Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Hoy seguimos reflexionando sobre los ancianos, sobre los
abuelos, sobre la vejez, parece fea la palabra, pero no, ¡los acianos son
geniales, son bellos! Y hoy nos dejaremos inspirar por el espléndido libro de
Rut, una joya de la Biblia. La parábola de Rut ilumina la belleza de los
vínculos familiares: generados por la relación de pareja, pero que van más allá
del vínculo de pareja. Vínculos de amor capaces de ser igualmente fuertes, en
los cuales se irradia la perfección de ese poliedro de los afectos fundamentales
que forman la gramática familiar del amor. Esta gramática lleva savia vital y
sabiduría generativa en el conjunto de las relaciones que edifican la
comunidad. Respecto al Cantar de los Cantares, el libro de Rut es como la
otra cara del díptico del amor nupcial. Igualmente importante, igualmente
esencial, celebra el poder y la poesía que deben habitar los vínculos de
generación, parentesco, entrega, fidelidad que envuelven a toda la constelación
familiar. Y que se vuelven incluso capaces, en las coyunturas dramáticas de la
vida de pareja, de llevar una fuerza de amor inimaginable, capaz de relanzar la
esperanza y el futuro.
Sabemos que los lugares comunes sobre vínculos de parentela
creados por el matrimonio, sobre todo el de la suegra, ese vínculo entre suegra
y nuera, hablan contra esta perspectiva. Pero, precisamente por esto, la
palabra de Dios se vuelve valiosa. La inspiración de la fe sabe abrir un
horizonte de testimonio contra los prejuicios más comunes, un horizonte valioso
para toda la comunidad humana. ¡Os invito a redescubrir el libro de Rut!
Especialmente en la meditación sobre el amor y en la catequesis sobre la
familia.
Este pequeño libro contiene también una valiosa enseñanza
sobre la alianza de las generaciones: donde la juventud se revela capaz de dar
de nuevo entusiasmo a la edad madura —esto es esencial: cuando la juventud da
de nuevo entusiasmo a los ancianos—, donde la vejez se descubre capaz de
reabrir el futuro para la juventud herida. En un primer momento, la anciana
Noemí, si bien conmovida por el afecto de las nueras, que quedan viudas de sus
dos hijos, se muestra pesimista sobre su destino dentro de un pueblo que no es
el de ellas. Por eso anima afectuosamente a las jóvenes mujeres a volver a sus
familias para rehacerse una vida —eran jóvenes estas mujeres viudas—.
Dice: “No
puedo hacer nada por vosotras”. Ya esto se muestra como un acto de amor: la
mujer anciana, sin marido y ya sin hijos, insiste para que las nueras la
abandonen. Pero también es una especie de resignación: no hay futuro posible
para las viudas extranjeras, privadas de la protección del marido. Rut sabe
esto y resiste a esta oferta generosa, no quiere volver a su casa. El vínculo
que se ha establecido entre suegra y nuera ha sido bendecido por Dios: Noemí no
puede pedir que la abandone. En un primer momento, Noemí aparece más resignada
que feliz de esta oferta: quizá piensa que este extraño vínculo agravará el
riesgo para ambas. En ciertos casos, la tendencia de los ancianos al
pesimismo necesita ser contrarrestada por la presión afectuosa de los jóvenes.
De hecho, Noemí, conmovida por la entrega de Rut, saldrá de
su pesimismo e incluso tomará la iniciativa, abriendo para Rut un nuevo futuro.
Instruye y anima a Rut, viuda de su hijo, a conquistar un nuevo marido en
Israel. Booz, el candidato, muestra su nobleza, defendiendo a Rut de los
hombres que trabajan para él. Lamentablemente, es un riesgo que se verifica
también hoy.
El nuevo matrimonio de Rut se celebra y los mundos son de
nuevo pacificados. Las mujeres de Israel dicen a Noemí que Rut, la extranjera,
vale “más que siete hijos” y que ese matrimonio será una “bendición del Señor”.
Noemí, que estaba llena de amargura y decía también que su nombre es amargura,
en su vejez conocerá la alegría de tener una parte en la generación de un nuevo
nacimiento. ¡Mirad cuántos “milagros” acompañan la conversión de esta anciana
mujer! Ella se convierte al compromiso de volverse disponible, con amor, por el
futuro de una generación herida por la pérdida y con el riesgo de abandono.
Los
frentes de la recomposición son los mismos que, en base a las probabilidades
trazadas por los prejuicios del sentido común, deberían generar fracturas
insuperables. Sin embargo, la fe y el amor consienten superarlos: la
suegra supera los celos por el propio hijo, amando el nuevo vínculo de Rut; las
mujeres de Israel superan la desconfianza por el extranjero (y si lo hacen las
mujeres, todos lo harán); la vulnerabilidad de la mujer sola, frente al poder
del hombre, es reconciliada con un vínculo lleno de amor y de respeto.
Y todo ello porque la joven Rut se ha empeñado en ser fiel a
un vínculo expuesto al prejuicio étnico y religioso. Y retomo lo que he dicho
al principio, hoy la suegra es un personaje mítico, la suegra no digo
que la pensamos como el diablo pero siempre se piensa en ella como una figura
mala. Pero la suegra es la madre de tu marido, es la madre de tu mujer.
Pensemos hoy en este sentimiento un poco difundido de que la suegra cuanto
más lejos mejor. ¡No! Es madre, es anciana.
Una de las cosas más bonitas de
las abuelas es ver a los nietos, cuando los hijos tienen hijos, reviven. Mirad
bien la relación que vosotros tenéis con vuestras suegras: a veces son un poco
especiales, pero te han dado la maternidad del cónyuge, te han dado todo. Al
menos hay que hacerlas felices, para que lleven adelante su vejez con
felicidad. Y si tienen algún defecto hay que ayudarlas a corregirse.
También
a vosotras suegras os digo: estad atentas a la lengua, porque la lengua es uno
de los pecados más malos de las suegras, estad atentas. Y Rut en este libro
acepta a la suegra y la hace revivir y la anciana Noemí asume la iniciativa de
reabrir el futuro para Rut, en lugar de limitarse a disfrutar de su apoyo. Si
los jóvenes se abren a la gratitud por lo recibido y los ancianos toman la
iniciativa de relanzar su futuro, ¡nada podrá detener el florecimiento de las
bendiciones de Dios entre los pueblos!
Por favor, que los jóvenes hablen con
los abuelos, que los jóvenes hablen con los ancianos, que los ancianos hablen
con los jóvenes. Este puente debemos restablecerlo fuerte, hay ahí una
corriente de salvación, de felicidad. Que el Señor nos ayude, haciendo esto, a
crecer en armonía en las familias, esa armonía constructiva que va de los
ancianos a los más jóvenes, ese bonito puente que nosotros debemos custodiar y
cuidar. Fuente e Imagen de Vatican. Va.