19 de abril de 2022

EL DISCÍPULO SE DEJA GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS. Evangelio Miércoles 20 de abril 2022


El discípulo se deja guiar por el Espíritu de Dios    
Evangelio Miércoles 20 de abril 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
El día primero de la semana, dos de los discípulos iban a un pueblo llamado Emaús, que distaba diez kilómetros de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para  que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.” (Lucas 24, 13-35). 
            Ser discípulo de Jesús no es estar sometido a unos preceptos, leyes, obligaciones; no es quedarse encerrado en su persona y en lo que marcan las normas. Es dejarse empujar por el viento impetuoso del Espíritu, para encontrarse cada día con la novedad del Padre que nos ama en Jesús y que nos une cada vez más a su intimidad. 
 
            La muerte del Maestro causa impacto, nostalgia, tristeza, desesperación en todos aquellos que habían tenido la experiencia de conocer y maravillarse del Nazareno. Una vez que acontece la muerte de Jesús, los ánimos fenecen, porque la atención estaba centrada en el Maestro, era muy necesaria la presencia del Maestro en el cotidiano apostólico y de las muchedumbres. El temor aparece como una reacción tan humana; surge la pregunta, y qué pasó. ¿Cómo puede ser posible? Y entonces, ¿Qué pasó con todo lo que se había dicho? ¿Y qué decir de todo lo que está contenido en la Escritura de la Antigua Alianza? Y ahora qué vamos a hacer.  La respuesta termina en el desconsuelo.
 
            Jesús se sirve de la Biblia para iluminar el problema que hacía sufrir a sus dos discípulos de Emaús y luego clarificar la situación que estaban viviendo. Con la ayuda de la Biblia, Jesús coloca a los dos discípulos en el proyecto de Dios y les indica que la historia no se escapa de la mano de Dios. Con la ayuda de la Biblia, iluminar la situación y transformar la cruz, señal de muerte, en señal de vida y esperanza. Así lo que impide ver, se convierte en luz y fuerza a lo largo del camino. La Biblia, por sí sola, no abre los ojos, pero ¡hace arder el corazón! (Lucas 24,32). Lo que abre los ojos y hace descubrir a los amigos la presencia de Jesús es el compartir el pan, el gesto comunitario. Todo ha cambiado en los dos discípulos. Ellos mismos resucitan, se animan y regresan a Jerusalén.  El Papa Francisco afirma que, a similitud de los peregrinos de Emaús, Dios siempre camina con nosotros, en todos los momentos difíciles de nuestra vida.  (Audiencia 24 de mayo 2017).