27 de junio de 2022

LAS OBRAS DEMUESTRAN LA CALIDAD DE FE, DE CADA PERSONA. Evangelio Martes 28 de Junio 2022


LAS OBRAS DEMUESTRAN LA CALIDAD DE FE DE CADA PERSONA         
Evangelio Martes 28 de junio 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Subió Jesús a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.” Mateo 8, 23-27.
 
            La fe es la principal de las virtudes teologales. Es un don, es una gracia, es una fortaleza, es virtud, es sabiduría, la fe cualifica a las personas. No es lógico que alguien actúe contrario a lo que cree, a lo que profesa y a lo que piensa. Si llega a suceder, es porque la fe está muerta en esa persona, o su fe no alcanza a tener el tamaño de un granito de mostaza. Lo normal es que toda persona de fe, viva como alguien justo delante de Dios y de sus hermanos; así lo enseña la Sagrada Escritura: El justo vivirá por su fe, (Romanos 1, 17). La fe se expresa en las obras, las obras muestran también la fe. (cf. Santiago 2, 14-17). 
  
            La causa primera de la fe es Dios.  Sus efectos: hombres y mujeres que aprenden a hacer la voluntad de Dios porque le creen a Dios. Los alcances de la fe se prolongan en el cumplimiento fiel de la ley de Dios. No es un mérito personal. Cumplir lo que Dios propone, es una Gracia de Dios, por el inmenso amor de Dios: nosotros que somos sus siervos “Hemos hecho lo que debíamos hacer”. (Lucas 17, 10). En la fe entran la inteligencia y la voluntad; los actos de fe son actos humanos. Cuando la inteligencia no permite la compañía de la Fe, sigue sin entender aquello que sobre pasa la razón. La fe sin la caridad, no da frutos. 
 
            El Papa Francisco da orientaciones precisas y consejos acerca de la fe. Por ejemplo: Jesús llamó «bienaventurado» a Simón por su fe, reconociendo en ella un don especial del Padre, y le dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».  Hagamos más bien de la fe nuestra vida. Intentemos practicarla a través del servicio a los hermanos, especialmente de los más necesitados. Entonces muchas dudas desaparecen, porque sentimos la presencia de Dios y la verdad del Evangelio en el amor que, sin nuestro mérito, vive en nosotros y compartimos con los demás. La oración es el respiro de la fe. Con la pequeñísima fe que tenemos, pero que es fuerte. Con esta fuerza dar testimonio de Jesucristo, ser cristianos con la vida, con nuestro testimonio. La fe se hace más viva, cuanto más se comparte.