La oración es una necesidad vital. Se puede decir sin lugar a equivocarse que oración y vida cristiana son inseparables. La oración de la hora de Jesús, llamada oración sacerdotal (Juan 17) recapitula toda la economía de la creación y de la salvación. Inspira las grandes peticiones del Padre Nuestro. San Juan Damasceno decía que la oración, es la elevación del alma a Dios o la petición de bienes convenientes. Orar es unir la mente y el corazón para elevarlos a Dios. San Agustín, el santo Obispo de Hipona definía: “La oración es el encuentro de la sed de Dios y la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él.” La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hacia nosotros.
La misma Palabra de Dios nos enseña las características de una persona de oración: Primero, debe ser humilde: “El que se humilla será ensalzado.” (Lucas 18,14). Segundo, debe ser confiada: “Todo cuanto pidan ya lo han recibido.” (Marcos 11,24). Tercero, debe ser sincera: “Cuando oren, no usen muchas palabras como los gentiles.” (Mateo 6, 7). Cuarto, debe ser perseverante: “Dios hace justicia, a quien clama día y noche.” (Lucas 18,1). ¿Será que existen dificultades en la oración? Eso es cierto. El Catecismo de la Iglesia Católica nos advierte: Primero, la distracción, nuestra mente vuela y no desea detenerse. (# 2729). Segundo, la aridez espiritual, pensamos que lo que oramos no tiene sentimos, nos cansamos muy rápido. (# 2731). ¿En qué momentos debemos orar? Primero, en todo momento y circunstancia. (cfr. Colosenses 3, 17). Jesucristo siempre oró en todos los momentos de su vida hasta el final en su propia Cruz.
Jesús aprendió a orar conforme a su corazón de
hombre.
Aprendió de su madre que conservaba todas las cosas en su corazón (Lucas. 1,49) Lo aprende en las palabras de su
pueblo, en la sinagoga de Nazaret. En el templo. Su oración brota de una fuente secreta: Yo debo
estar en las cosas de mi Padre ….
Lucas
2,49. Jesús ora ante
los momentos decisivos de su misión:
Antes de que el Padre de testimonio de Él, en su bautismo, Lucas. 3,21. En su transfiguración Lucas 9, 28. Antes de dar cumplimiento a su
pasión: Lucas 22, 41-44. Los discípulos le piden que le
enseñe a orar: Lucas 11,1. (Catecismo Iglesia
Católica 2598).