26 de junio 2022. No hay que dejarse vencer por la ira en la adversidad. Ángelus Regina Coeli, Papa Francisco. Domingo 13 de tiempo ordinario Ciclo C. Plaza de san Pedro. Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
El Evangelio de la Liturgia de este domingo nos habla de un
punto de inflexión. Dice así: "Cuando se acercaban los días en que iba a
ser elevado a lo alto, Jesús tomó la firme decisión de ponerse en camino hacia
Jerusalén" (Lucas 9,51). Así comienza el "gran viaje" a la
ciudad santa, que requiere una decisión especial por ser la última. Los
discípulos, llenos de un entusiasmo todavía demasiado mundano, sueñan que el
Maestro está en camino hacia el triunfo; Jesús, en cambio, sabe que en
Jerusalén le esperan el rechazo y la muerte (cf. Lucas 9,22.43b-45); sabe
que tendrá que sufrir mucho; y esto requiere una decisión firme. Así Jesús se
dirige con paso decidido hacia Jerusalén. Es la misma decisión que debemos
tomar nosotros si queremos ser discípulos de Jesús. ¿En qué consiste esta
decisión? Porque debemos ser discípulos de Jesús en serio, con verdadera
determinación, no como decía una anciana que conocí: "cristianos de agua
de rosas". ¡No, no, no! Cristianos decididos. Y para entender esto nos
ayuda el episodio que el evangelista Lucas relata inmediatamente después.
Y siguieron su camino. Una aldea de samaritanos, al
enterarse de que Jesús se dirigía a Jerusalén -que era la ciudad adversaria- no
le da la bienvenida. Los apóstoles Santiago y Juan, indignados, sugieren a
Jesús que castigue a esa gente haciendo bajar fuego del cielo. Jesús no sólo no
acepta la propuesta, sino que reprende a los dos hermanos. Quieren involucrarlo
en su deseo de venganza y Él no está de acuerdo (vv. 52-55). El
"fuego" que vino a traer a la tierra es otro, (cf. Lucas 12,49) es
el Amor misericordioso del Padre. Y para hacer crecer este fuego hace falta
paciencia, hace falta constancia, hace falta espíritu penitencial.
Santiago y Juan, en cambio, se dejaron vencer por la ira. Y
esto también nos sucede a nosotros, cuando, aunque hagamos el bien, quizás con
sacrificio, en lugar de acogida encontramos una puerta cerrada. Entonces surge
la ira: incluso intentamos involucrar a Dios mismo, amenazando con castigos
celestiales. Jesús, en cambio, recorre otro camino, no el camino de la rabia,
con la firme decisión de ir hacia adelante que, lejos de traducirse en dureza,
implica calma, paciencia, longanimidad, sin por ello aflojar lo más mínimo en
nuestro empeño por hacer el bien. Esta forma de ser no denota debilidad, no,
sino, por el contrario, una gran fuerza interior.
Dejarse vencer por la ira
en la adversidad es fácil, es instintivo. Lo difícil, en cambio, es
dominarse a sí mismo, haciendo como Jesús, que -dice el Evangelio- se puso
"en camino hacia otra aldea" (v. 56). Esto significa que cuando
encontremos cerraduras, debemos recurrir a hacer el bien en otro lugar, sin
recriminaciones. Así, Jesús nos ayuda a ser personas serenas, contentas con
el bien que hemos hecho y sin buscar la aprobación humana.
Ahora preguntémonos, ¿Y cuál es nuestra posición? Ante los
desacuerdos, los malentendidos, ¿nos dirigimos al Señor, le pedimos su
constancia para hacer el bien? ¿O buscamos la confirmación en los aplausos y
acabamos amargados y resentidos cuando no lo escuchamos? ¿Cuántas veces,
consciente o inconscientemente, buscamos el aplauso, la aprobación de los
demás? ¿Y lo hacemos por los aplausos? No, eso no está bien. Debemos hacer
el bien por el servicio y no buscar el aplauso.
A veces creemos que nuestro
fervor se debe a un sentimiento de rectitud por una buena causa, pero en
realidad la mayoría de las veces no es más que orgullo, combinado con
debilidad, susceptibilidad e impaciencia. Pidamos entonces a Jesús la fuerza
para ser como Él, para seguirle con firmeza por el camino del servicio. No
ser vengativo, no ser intolerante cuando surgen dificultades, cuando nos
gastamos para bien y los demás no lo entienden, o cuando nos descalifican. No:
silencio y adelante.
Que la Virgen María nos ayude a hacer nuestra la firme
decisión de Jesús de permanecer en el amor hasta el final. Fuente e imagen de
Vatican. Va Copyrigth Vatican media.