La Santísima Virgen María nos da
una buena lección: Es la fe, Mesiánica. María le creyó a Dios y acogió a su
enviado en su seno. La respuesta misma
de Isabel confirma el gozo de María, la fuerza de su fe, el convencimiento de
su obra: “Dichosa tú, que has creído”. María
Santísima, con su vida y con su fe, transmite ese modelo que ha recibido de
Dios, ella entiende perfectamente que su obra y su decisión no es
directamente suya, sino que es el fruto de una profunda relación con Dios, la
fuerza de poder hacer la voluntad de Dios, de entenderlo a Él, de creerle a
Él. Afirma el libro sagrado: “Ella
guardaba todas esas cosas en su corazón; Hagan lo que Él les diga; Aquí está la
esclava del Señor” “Proclama mi alma la grandeza del Señor.”.
María Santísima transmite ese hecho comunitario de la fe: Visita a su prima santa Isabel. La fe se convierte en una relación perfecta entre las personas, en una manifestación del gozo y de la alegría cristiana, en un compartir tanta Gracia y tanta bondad de Dios. La respuesta es: “Bendita tú, entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Con la Virgen María aprendemos: Hay que creerle a Dios, hay que hacer su santa voluntad, hay que aprender a caminar de la mano de Dios, hay que dejarse guiar por el espíritu de Dios.
El “Magníficat” en la Sagrada Escritura, es el cántico de alabanza de María Santísima. Así lo explica el diccionario enciclopédico de la Biblia. “María reconoce que Dios es el Salvador de ella (Lucas 1,47) y agradece la bienaventuranza de que ha sido objeto (Lucas 1, 48-50); proclama la grandeza de Dios en su protección de los humildes y afligidos, y en su juicio contra los soberbios de corazón (Lucas 1, 51-53); relaciona el nacimiento del Mesías con la escatológica bendición de Israel (Lucas 1, 54, 55). es el “canto de la humildad”, de la “humilde esclava del Señor”: (Lucas 1, 48). Por su humildad, se hace una profecía maravillosa de la Virgen María: “Todas las generaciones la llamarán bienaventurada”.
El Papa Francisco explica sabiamente
con 3 verbos la actitud de la Virgen María ante la presencia del Hijo de Dios
en su vientre. Dice el Papa: La Virgen María escucha, decide, actúa y se
apresura a servir con amor, brindando lo más valioso que tiene, a su Hijo Jesús.
En obediencia y caridad, la Madre de Dios, salió de sí misma para llevar a
Jesús. (Homilía, 31 de mayo 2016).