HOMBRE Y MUJER ANTE LOS OJOS DE DIOS Evangelio Viernes 16 de Septiembre 2022
HOMBRE
Y MUJER ANTE LOS OJOS DE DIOS Evangelio
Viernes 16 de septiembre 2022 Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué Dice
del Santo Evangelio: “Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en
pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y
algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa,
intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.”
Lucas 8, 1-3. Hombre mujer, ambos como pareja
fueron destinados a dominar el mundo, a perpetuar la especie, a complementarse,
a recibir el uno del otro. El Hijo de Dios nace de una gran mujer: es
Inmaculada, es Virgen, pertenece al mundo de la sencillez y la nobleza de
espíritu, es modelo de perfección en la vida cristiana, es la nueva Eva que
irrumpe en este mundo para mostrar la nobleza y la misericordia de Dios, nos
propone renovar nuestras vidas: sin mancha, honrados, sinceros, diáfanos,
abiertos a la trascendencia, disponibles a hacer la voluntad de Dios: “Hágase
en mí, según tu Palabra”. María Santísima, cambia la
historia de la humanidad. aquella mujer que ya existía en la mente de Dios,
que Dios la había preparado antes de su nacimiento, que Dios se la reservó para
la magna obra de la salvación. Las mujeres: importantes, trascendentales,
activas, perseverantes en la historia de la salvación y en la Iglesia del Hijo
de Dios.Existen mujeres virtuosas
que van acompañando la vida del Maestro de Nazareth: Son mujeres que ejercen
perfectamente la Diaconía. Marta muy servidora. María a los pies del Maestro
escuchaba la Palabra (cfr. Lucas 10, 38-41). María, llamada Magdalena, vio a
Cristo resucitado; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; y Susana, y
otras muchas que les asistían con sus bienes. (cfr. Lucas 8, 2-3). San Juan Pablo II destaca la vida
de la mujer en la Iglesia, en la misión, en la familia, en la sociedad. Dar
gracias a Dios por la dignidad, por las maravillas que Dios ha realizado en
ellas, por su vocación y misión de mujer, por la mujer madre, la mujer
esposa, la mujer hija, la mujer hermana, la mujer consagrada. (cfr. Carta apostólica
Mulieris Dignitatem, 1988). El Concilio ecuménico Vaticano II es interesante
cuando plantea la misión de la mujer desde el carácter bautismal y en la vida
de la Iglesia sin distinción alguna.El
mismo apóstol san Pablo determina los sentimientos de Dios en su Iglesia: «no
hay judío ni griego, no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer. Pues todosvosotros sois “uno” en Cristo Jesús» (cfr. Gálatas 3, 28; Lumen Gentium,
32). SI
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