6 de septiembre de 2022

BIENAVENTURANZAS: PERFIL DE UN DISCÍPULO Evangelio Miércoles 7 de Septiembre 2022


BIENAVENTURANZAS: PERFIL DE UN DISCÍPULO.             
Evangelio Miércoles 7 de septiembre 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Dice el santo Evangelio: “Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” Lucas 6, 20-26.
 
            Jesucristo nos permite conocer el perfil de un discípulo. De alguien que conoce a su Maestro, sigue a su Maestro y representa a su Maestro. Las bienaventuranzas describen el carácter del Reino de Dios. Indican el ser y el quehacer de un discípulo: La pobreza, la humildad, la justicia, la misericordia, la limpieza de corazón, la paz, la persecución. (cfr. Mateo 5, 1-12).  

La Escritura proclama bienaventurada aquella persona cuya esperanza es Yahveh. (cfr. Salmo 33). El reinado de Dios está expresado por Jesucristo en las bienaventuranzas. Así lo enseñó el Papa santo: “Consiste en establecer un “mundo nuevo, un nuevo estado de cosas, una nueva manera de ser, de vivir juntos, que inaugura el Evangelio”. (San Pablo VI, anuncio del Evangelio, 23) Ese reinado de Dios es el proyecto de vida para un cristiano.    
 
            Bienaventurada será aquella persona que escucha la Palabra de Dios y la cumple. (cfr. Lucas 11, 27). El Papa Francisco explica el efecto que produce la Palabra divina en una persona bienaventurada: Las Bienaventuranzas son una ruta de vida: no nos exigen acciones sobrehumanas, sino que imitemos a Jesús cada día. Invitan a tener limpio el corazón, a practicar la mansedumbre y la justicia a pesar de todo, a ser misericordiosos con todos, a vivir la aflicción unidos a Dios. Es la santidad de la vida cotidiana, que no tiene necesidad de milagros ni de signos extraordinarios. Las Bienaventuranzas no son para súper-hombres, sino para quien afronta los desafíos y las pruebas de cada día. Quien las vive al modo de Jesús purifica el mundo.
 
            No es bienaventurado quien agrede o somete, sino quien tiene la actitud de Jesús que nos ha salvado: manso, incluso ante sus acusadores. Es importante la mansedumbre: si vivimos en el mundo al modo de Dios, nos convertiremos en canales de su presencia; de lo contrario, no daremos frutos. (cfr. Homilía, 5 de febrero 2019).  El bienaventurado es alguien que hace siempre el bien, ora por quien lo injuria, trata a los demás, como le gustaría que a él lo tratasen. No censura, no condena, perdona siempre.  
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https://youtu.be/1Yf1P6ugq9M