Evangelio domingo 14 de
mayo 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Así habló Jesús, y mirando hacia el
cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo
te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé
también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que
te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.
Yo te he
glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.
Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado
antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has
dado tomándolos del mundo.” °°° Juan 17, 1-11ª
La oración del mejor pastor. El Nazareno
pide a su Padre celestial que consagre a la humanidad en la verdad y que la
proteja del mismo mundo. El título de la gloria lo podremos encontrar en el
madero de la Cruz. El Hijo de Dios anuncia su glorificación por la muerte.
Jesús no quiere atraer las multitudes porque hace milagros.
Él no se deja
seducir por la gloria fácil que puede obtener de los hombres. Él quiere que nosotros volvamos los ojos
hacia la Cruz, porque allí está su máximo título de gloria. Jesús es un Dios crucificado. Su misión es
provocar que todos aquellos que creen en Él tengan una pista para su propia
salvación: “Yo cuando sea levantado de la tierra atraeré a todos hacia mí”.
(Juan 12, 32).
El Maestro nos corrige: “Ha llegado la hora
de que sea glorificado el Hijo del hombre”. (Juan 12,23). Dependiendo de la mirada cristiana de ese
leño de la Cruz, vamos a encontrar la plenitud de un héroe, de un líder, de un
salvador. Allí pende la gloria del hombre que aprendió en su vida a ser fiel a
su Señor, a ser obediente a pesar de las terribles circunstancias, a entender
el sacrificio como el derramar su sangre por la causa de los demás: Cumplió
perfectamente su misión: “Todo se ha cumplido” (Juan 19, 30); pudo ser
obediente: “hasta la muerte, muerte de Cruz” (cfr. Filipenses 2, 6-11).
Él mismo se
convirtió en fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen (Hebreos
5, 9). San Pedro le explica a la
comunidad de dónde viene la glorificación de su Maestro: “El Dios de
Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su
siervo Jesús, al que ustedes entregaron y rechazaron ante Pilato, cuando había
decidido soltarlo.” (Hechos 3, 13).
El
Papa Francisco explica de qué se trata la glorificación. La gloria, en la Biblia,
indica la revelación de Dios, es el signo distintivo de su presencia
salvadora entre los hombres. Ahora bien, Jesús es Aquel que manifiesta de forma
definitiva la presencia y la salvación de Dios, y lo hace en Pascua: levantado
en la cruz, es glorificado (cfr. Juan 12, 23-33). (cfr. Audiencia, 17 de abril,
2019).
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