Evangelio miércoles 31 de enero
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
¿De dónde
ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es este el carpintero, el
hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus
hermanos aquí entre nosotros? Y no tenían Fe en Él. Pero Jesús les dijo: «En
todas partes se honra a un profeta menos en su propia tierra, entre sus parientes
y en su propia casa.» °°° Marcos 6, 1-6.
¿Cómo podemos enfrentar los
problemas serios de la incredulidad? Buena pregunta, para quien desee purificar
su fe. La fe madura y progresa en la
medida en que cada persona la alimenta en la Palabra de Dios, la centra en la
persona de Cristo Jesús. La fe va en comunión con la razón del ser humano.
San Juan Pablo II enseñó que: la fe y la razón
son como las dos alas, con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la
verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre, el deseo de conocer la verdad.
(cfr. Encíclica Fides et Ratio).
San
Agustín de Hipona solucionó el problema histórico entre la fe y la razón
diciendo: No podemos entender si no tenemos la razón. Toda persona quiere
entender. El asunto con la fe es distinto, no todos quieren creer. La
conclusión sería: Credo ut intellegas. Cree y entenderás.
El santo de
Hipona recordaba el texto bíblico: “Me conocen y no me conocen. Saben de dónde
vengo y no lo saben. soy Jesús de Nazaret, también conocen a mis padres”.
La
incredulidad propicia escándalos en la comunidad, en la Iglesia, en los
misterios de la fe, en la misma misión. La historia bíblica nos permite saber no
pudo realizar muchos milagros en Nazaret, porque la pobreza de la fe de sus
gentes lo convirtió en un escándalo.
Escándalo
es el ambiente más propicio para descubrir el velo de la incredulidad. Jesús se
hace piedra de escándalo, pone a prueba la fe del pueblo (Isaías 8, 14-15).
El Maestro se convierte en signo de contradicción (Lucas 2,34-35).
Muchos
todavía no aceptan el misterio de la encarnación. Y es precisamente allí donde
está la esencia del cristianismo: “El origen, la razón de ser de todas las
cosas, resulta ser un hecho histórico, un hecho humano”. Así lo explicaba el
cardenal, Joseph Ratzinger, en su momento).
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