Evangelio martes 23 de enero 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Y mirando
en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: Estos son
mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano,
mi hermana y mi madre.” Marcos 3, 31-35.
San
Juan Pablo II enseñaba que Jesucristo con una frase corta y sabia revela un
secreto de su Reino a la humanidad. Hará mucho bien a los demás aquella
persona que haga la voluntad de Dios. Jesucristo reconoce que María Santísima
hacía la voluntad del Padre celestial. El misterio de la Anunciación demuestra
el quehacer de la voluntad de la Virgen. María comparte en todas sus etapas la
vida y la misión de su Hijo, hasta el pie de la Cruz (cfr. Juan 19, 25). (cfr.
Homilía, 23 de marzo, 1988).
Meditando un poco más la vida de la
Virgen María podemos sacar las siguientes conclusiones: María siempre hizo la
voluntad de Dios. La Escritura habla de los familiares del Maestro de Nazareth.
El cuarto Evangelio afirma que los
familiares no creían en Él. (cfr. Juan 7, 5). Decían que estaba fuera de
sí. (cfr. Marcos 3, 21). María es el modelo perfecto de aquella persona que
escucha la Palabra, es dócil y hace la voluntad de Dios. (cfr. Lucas 2, 19.
51).
El
Papa Benedicto XVI afirma que el camino de la perfección en la fe, consiste en
hacer la voluntad de Dios. Por ejemplo, Dios enseña el camino correcto:
“Serán santos porque yo soy santo” (Levítico 19, 1). “Amarán a Dios, amarán a
los demás y se amarán a ustedes mismos” (Levítico 19, 8). El mismo Hijo de Dios
también llama a la santidad diciendo: “Sean perfectos, como es perfecto el
Padre celestial” (Mateo 5, 48).
Nuestra perfección es vivir con humildad como
hijos de Dios cumpliendo concretamente su voluntad. San Cipriano escribía que la paternidad de
Dios debe corresponder un comportamiento de hijos de Dios, para que Dios sea
glorificado y alabado por la buena conducta del hombre. (cfr. Ángelus, 20 de febrero, 2011).
El
Papa Francisco insiste en que la voluntad de Dios está en buscar y salvar lo
que está perdido. San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, escribe:
"Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad" (2,4). Esta, sin lugar a dudas, es la voluntad de
Dios: la salvación del hombre, de los hombres, de cada uno de nosotros. (cfr.
Audiencia, 20 de marzo, 2019).
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