Evangelio miércoles 3 de enero
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Juan
Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un
hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he
venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel”.
Y Juan dio
este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y
permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua
me dijo: «Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él,
ése es el que bautiza en el Espíritu Santo». Yo lo he visto y doy testimonio de
que Él es el Hijo de Dios”. Juan 1, 29-34.
Hablar
con mucha propiedad presentando a Jesús de Nazareth. La pregunta sería ¿Cómo lo
logra?, la respuesta es fidelidad máxima a la misión encomendada. Cuando
existe este requisito no hay lugar a equivocaciones. Cada representante del
Maestro en la tierra, será un excelente representante de Dios en la tierra,
siendo fiel a su mandato.
Juan el
bautista cumplió perfectamente su misión. Se puede decir que lo logró gracias a
su fe, a su formación en la Palabra, a su humildad y sencillez, midió con
precisión matemática dónde iniciaba y dónde terminaba su misión. La esencia estaba en ser el precursor del
Salvador del mundo y fue muy fiel a esa tarea.
Hablar
en nombre de Jesús el Hijo de Dios, ahí está el secreto de la misión, de la
obra evangelizadora, de la catequesis, de la razón de ser de la Iglesia que
debe ser Una, Santa, Católica y Apostólica. Lo primero que se le ocurre al
Bautista es contarle a la humanidad que quien viene en nombre del Padre
celestial es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El sacrificio
aparece a lo largo de la historia de la salvación.
Muchos sacrificios se ofrecieron, pero no
lograron el objetivo. Llegamos a la conclusión que Jesucristo es el verdadero
Cordero de Dios. La Escritura enseña que la religión de la ley tiene una
sombra, la sangre de toros no tiene valor para quitar los pecados. La voluntad de Dios es que seamos
santificados por la ofrenda única del cuerpo de Cristo Jesús. (cfr. Hebreos
10, 1-13).
El
bautista nos enseña con precisión la identidad de quien viene a salvar el mundo.
Es el Hijo de Dios, es el Cordero de Dios, es quien quita el pecado del mundo.
El Papa Francisco interpreta muy bien el mensaje del Bautista diciendo: “El
testimonio de Juan el Bautista nos invita a empezar una y otra vez en nuestro
camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de
misericordia que el Padre ha dado por nosotros.
Sorprendámonos
una vez más por la elección de Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y
de salvar al mundo del mal haciéndose cargo de él totalmente.” (cfr.
Ángelus, 19 de enero, 2020).
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