28 de diciembre 2025 “La Familia escuela de amor e
instrumento de salvación” Ángelus Regina Coeli. Papa León XIV. Plaza de san
Pedro. Fiesta de la Sagrada Familia.
Queridos hermanos y hermanas: ¡feliz domingo!
Es un momento de prueba para Jesús, María y José. Sobre el
resplandeciente cuadro de la Navidad se proyecta, casi de improviso, la
inquietante sombra de una amenaza mortal, que tiene su origen en la atormentada
vida de Herodes, un hombre cruel y sanguinario, temido por su crueldad,
pero precisamente por eso profundamente solo y obsesionado por el miedo a ser
destronado.
Cuando se entera por los magos de que ha nacido el «rey de
los judíos» (cf. Mateo 2,2), sintiéndose amenazado en su poder, decreta la
muerte de todos los niños de la edad de Jesús. En su reino, Dios está
realizando el milagro más grande de la historia, en el que se cumplen todas
las antiguas promesas de salvación, pero él no es capaz de verlo, cegado por el
miedo a perder el trono, sus riquezas, sus privilegios.
En Belén hay luz, hay alegría; algunos pastores han
recibido el anuncio celestial y ante el pesebre han glorificado a Dios (cf.
Lucas 2, 8-20), pero nada de esto logra penetrar las defensas blindadas del
palacio real, salvo como un eco distorsionado de una amenaza que hay que
sofocar con violencia ciega.
Sin embargo, precisamente esta dureza de corazón resalta aún
más el valor de la presencia y la misión de la Sagrada Familia que, en el mundo
despótico y codicioso que representa el tirano, es el nido y la cuna de la
única respuesta posible de salvación: la de Dios que, con total gratuidad, se
entrega a los hombres sin reservas y sin pretensiones.
Y el gesto de José que obediente a la voz del Señor,
lleva a salvo a la esposa y al niño, se manifiesta aquí en todo su significado
redentor. De hecho, en Egipto crece la llama del amor doméstico a la que
el Señor ha confiado su presencia en el mundo y cobra vigor para llevar la
luz al mundo entero.
Mientras contemplamos con asombro y gratitud este misterio,
pensemos en nuestras familias y en la luz que ellas también pueden aportar a la
sociedad en la que vivimos. Lamentablemente, el mundo siempre tiene sus
«Herodes», sus mitos del éxito a cualquier precio, del poder sin
escrúpulos, del bienestar vacío y superficial, y a menudo, sufre las
consecuencias con la soledad, la desesperación, con las divisiones y
conflictos. No dejemos que estos espejismos sofoquen la llama del amor en
las familias cristianas.
Al contrario, protejamos en ellas los valores del
Evangelio: la oración, la frecuencia a los sacramentos —especialmente la
confesión y la comunión—, los afectos sanos, el diálogo sincero, la
fidelidad, el realismo sencillo y hermoso de las palabras y los gestos buenos
de cada día. Esto las convertirá en luz de esperanza para los entornos en
los que vivimos, escuela de amor e instrumento de salvación en las manos
de Dios (cf. Francisco, Homilía en la Misa por el X Encuentro Mundial de
las Familias, 25 junio 2022).
Pidamos entonces al Padre del Cielo, por intercesión de
María y san José, que bendiga a nuestras familias y a todas las familias del
mundo, para que, siguiendo el modelo de la familia de su Hijo hecho hombre, sean
para todos un signo eficaz de su presencia y de su amor sin fin. Fuente:
Vatican. Va.
