1 de enero de 2022

MARÍA SANTÍSIMA ES LA MADRE DE DIOS Evangelio Sábado 1 de enero 2022


MARÍA SANTÍSIMA ES LA MADRE DE DIOS
Evangelio sábado 1 de enero 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué

“Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto.” °°° (Lucas 2, 16-21). 

            Cuando María dijo: "Hágase en mí según su Palabra", dio su consentimiento no solo a recibir al Niño, sino un sí a todo lo que conllevaba el ser la Madre del Salvador. Este consentimiento de María permite ver la calidad excepcional de su acto de fe. Fe: es ante todo entrar en el horizonte de Dios, en la mente de Dios, en los pensamientos de Dios y de sus obras. Todos los acontecimientos en la vida de la Virgen María se deben entender a la luz de la Fe. El hecho mismo que una mujer cambie la historia de la humanidad, aquella mujer que ya existía en la mente de Dios, que Dios la había preparado antes de su nacimiento, que Dios se la reservó para la magna obra de la salvación, que Dios le regaló el don de la maternidad divina, es motivo suficiente para darle gracias a Dios por reglarnos una madre. María Santísima es Madre de Dios. 

            La Virgen, tuvo la gracia de concebir, dar a luz y formar al Salvador del mundo. Nuestra Iglesia Católica celebra la definición dogmática de María Santísima como la Madre de Dios. Es conocida dicha celebración como “TheoTokos”. Los historiadores nos permiten saber que los cristianos en Egipto hablaban de María como la Madre de Dios. Incluso, ya existía la oración para hablarle a nuestra querida madre celestial: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita". Esta oración está recogida en la Liturgia de las Horas desde hace siglos.” 

            Sabiamente la Iglesia Católica declaró que la Virgen María es Madre de Dios. Eso ocurrió con motivo del Concilio de Éfeso en el año 431. Mas adelante el Concilio ecuménico Vaticano II diría: "Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66).