Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros." Lucas 10, 1-9.
La respuesta al llamado de Dios, siempre debe ser libre y por amor. El Maestro nos envía para que vivamos en comunión con los demás, para que anunciemos su Buena Nueva, para que vivamos de acuerdo a las advertencias de su santa Palabra. Vivimos como corderos, pero estamos atentos a los lobos. Vocación cristiana y misión se convierten en sinónimo de desprendimiento en la Buena Nueva de Jesús de Nazaret. Los apóstoles forman un grupo especial que tienen relación con la persona de Jesús no sólo porque creen en Él sino porque están íntimamente ligados a su misión; el grupo participa de la misión de Jesús, de sus poderes, y de su convivencia: Pues, “Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios”.
El Papa emérito Benedicto XVI explica las consignas del Maestro para la misión: “En el campo de Dios hay trabajo para todos. Pero Cristo no se limita a enviar: da también a los misioneros reglas de comportamiento claras y precisas. Ante todo, los envía "de dos en dos" para que se ayuden mutuamente y den testimonio de amor fraterno.
Les
advierte que serán "como corderos en medio de lobos", es decir,
deberán ser pacíficos a pesar de todo y llevar en todas las situaciones un
mensaje de paz; no llevarán consigo ni alforja ni dinero, para vivir de lo que
la Providencia les proporcione; curarán a los enfermos, como signo de la
misericordia de Dios; se irán de donde sean rechazados, limitándose a poner en
guardia sobre la responsabilidad de rechazar el reino de Dios. (Ángelus, 8 de
julio 2007).