DIOS DEVUELVE A LAS PERSONAS SU DIGNIDAD
Evangelio jueves 9 de febrero 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Dice el santo Evangelio: “Jesús fue a la región de Tiro, entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse, sino que, en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, Sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio.
Él le decía:
«Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los
hijos y echárselo a los perritos». Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que
también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños». El, entonces, le
dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija». Volvió a
su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se
había ido. Marcos 7, 24-30.
Jesucristo supera las fronteras de la cultura y la maledicencia de algunas personas. Su objetivo es: sanar, curar, levantar la auto estima, permitir que las personas se superen, ir más allá, porque la bondad y la misericordia de Dios es infinita. Por ejemplo: Cura a una mujer extranjera, Cananea, con quien, según la cultura, no se debía dialogar. También comenta la Escritura que el Maestro recorrió toda la Decápolis “diez ciudades”, se supone que esa región era pagana. (cfr. Marcos 7, 31).
El Nazareno cura a un sordo y tartamudo y su gran enseñanza es que la humanidad aprenda a abrir el oído y soltar la lengua. (cfr. Marcos 7, 31-35). El Maestro no quiere publicidad en sus decisiones de sanar a los demás, pide conversión, no contar a nadie, vivir a plenitud la gracia que la persona recibió en ese momento. (cfr. Marcos 7, 36-37).
El Papa Francisco hace girar su pensamiento en torno a la intención del Hijo de Dios de devolver a las personas lo que han perdido, su dignidad, su salud, su movimiento. Afirma el santo padre: Pensemos en los muchos que Jesús ha querido encontrar, sobre todo, personas afectadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarles y devolverles su dignidad plena.
Jesucristo supera las fronteras de la cultura y la maledicencia de algunas personas. Su objetivo es: sanar, curar, levantar la auto estima, permitir que las personas se superen, ir más allá, porque la bondad y la misericordia de Dios es infinita. Por ejemplo: Cura a una mujer extranjera, Cananea, con quien, según la cultura, no se debía dialogar. También comenta la Escritura que el Maestro recorrió toda la Decápolis “diez ciudades”, se supone que esa región era pagana. (cfr. Marcos 7, 31).
El Nazareno cura a un sordo y tartamudo y su gran enseñanza es que la humanidad aprenda a abrir el oído y soltar la lengua. (cfr. Marcos 7, 31-35). El Maestro no quiere publicidad en sus decisiones de sanar a los demás, pide conversión, no contar a nadie, vivir a plenitud la gracia que la persona recibió en ese momento. (cfr. Marcos 7, 36-37).
El Papa Francisco hace girar su pensamiento en torno a la intención del Hijo de Dios de devolver a las personas lo que han perdido, su dignidad, su salud, su movimiento. Afirma el santo padre: Pensemos en los muchos que Jesús ha querido encontrar, sobre todo, personas afectadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarles y devolverles su dignidad plena.
Es muy importante que justo estas personas se
conviertan en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar cultura del
encuentro […] Aquí están las dos culturas opuestas.
La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, la cultura del prejuicio, porque se perjudica y se excluye. La persona enferma y discapacitada, precisamente a partir de su fragilidad, de su límite, puede llegar a ser testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que abre a la vida y a la fe, y el encuentro con los demás, con la comunidad. (cfr. Discurso, 29 de marzo, 2014).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ
https://youtu.be/J2mNcF1IXko 👈
La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, la cultura del prejuicio, porque se perjudica y se excluye. La persona enferma y discapacitada, precisamente a partir de su fragilidad, de su límite, puede llegar a ser testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que abre a la vida y a la fe, y el encuentro con los demás, con la comunidad. (cfr. Discurso, 29 de marzo, 2014).
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