22 de diciembre 2024. “Ningún niño es un error”. Don de la vida. Ángelus Regina Coeli Papa Francisco. Casa santa Marta. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy el
Evangelio nos presenta a María que, tras el anuncio del ángel, visita a Isabel,
su pariente anciana (cf. Lucas 1, 39-45), que también espera un hijo. Así, es el encuentro de dos mujeres felices
por el don extraordinario de la maternidad: María acaba de concebir a Jesús,
el Salvador del mundo (cf. Lucas 1, 31-35), e Isabel, a pesar de su avanzada
edad, lleva en su seno a Juan, que preparará el camino que precederá al Mesías
(cf. Lucas 1, 13-17), Juan Bautista.
Ambas
tienen mucho de qué alegrarse, y tal vez podríamos sentirlas lejanas al ser
protagonistas de milagros tan grandes, que normalmente no ocurren en nuestra
experiencia. El mensaje que el Evangelista quiere darnos, pocos días antes de
Navidad, es este, es distinto. En efecto, la contemplación de los signos prodigiosos de la acción salvífica de Dios
no debe hacernos sentir nunca lejanos de Él, sino ayudarnos a reconocer su
presencia y su amor cerca de nosotros, por ejemplo, en el don de cada vida, de
cada niño, de su madre. El don de la vida… He leído en el programa “A tua
immagine” algo hermoso que estaba escrito: ¡Ningún niño es un error! El don de la vida…
En la
plaza, habrá también hoy madres con sus hijos, y quizá también haya algunas que
estén en la «dulce espera de uno». Por favor, no seamos indiferentes a su presencia, aprendamos a admirarnos de su
belleza y, como hicieron Isabel y María, aquella belleza de las mujeres
encinta, bendigamos a las madres y alabemos a Dios por el milagro de la vida. A
mí me gusta – me gustaba, porque ahora no puedo hacerlo – cuando en la otra
diócesis andaba en bus, cuando subía al bus una mujer embarazada, de inmediato
le daban el puesto para sentarse: ¡Un gesto de esperanza y de respeto!
cantemos como María: «Proclama
mi alma la grandeza del Señor» (Lucas 1, 46), para que toda maternidad sea
bendecida, y en cada madre del mundo sea agradecido y exaltado el nombre de Dios,
que confía a los hombres el poder dar la vida a los a los hombres y a las
mujeres.
Dentro de
un momento bendeciremos las figuras del «Niño Dios», yo he traído el mío. Me lo
regaló el Arzobispo de Santa Fe; fue hecho por aborígenes ecuatorianos… estas
figuras del «Niño Dios» que ustedes han traído. Podemos preguntarnos, entonces:
¿Doy gracias al Señor porque se hizo hombre como nosotros, para compartir en
todo, excepto en el pecado, nuestra existencia?
¿Yo alabo al Señor y lo bendigo por cada niño que nace? ¿Soy gentil
cuando encuentro a una madre encinta? ¿Sostengo
y defiendo el valor sagrado de la vida de los pequeños desde su concepción
en el seno materno?
Que María, la Bendita entre todas las mujeres, nos haga capaces de experimentar asombro y gratitud ante el misterio de la vida que nace. Fuente: Vatican. Va.
Que María, la Bendita entre todas las mujeres, nos haga capaces de experimentar asombro y gratitud ante el misterio de la vida que nace. Fuente: Vatican. Va.