29 de diciembre de 2024

DEBEMOS CUMPLIR RESPONSABLEMENTE NUESTRA MISIÓN Evangelio lunes 30 de diciembre 2024


DEBEMOS CUMPLIR RESPONSABLEMENTE CON NUESTRA MISIÓN                   
Evangelio lunes 30 de diciembre 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
 
(Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño). Ana se acercó, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
            Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia del Dios estaba con él.” Lucas 2, 36-40.
 
            Cada persona cumple su misión ante Dios, ante la familia y ante la sociedad. Dios quiere que todos seamos responsables con lo que a cada cual le corresponde. La profetisa Ana, según la Escritura, es un excelente ejemplo de alguien que vivió muy bien su vida como mujer casada y se distinguió por servirle a Dios en el templo con ayunos y oraciones. Siendo modelo para los demás.

            María Santísima y san José asumieron perfectamente su misión como padre y ejemplo para su hijo. “Llevaron al niño Jesús a la ciudad de Jerusalén para presentarlo al Señor” (Lucas 2, 22). El niño Jesús también empezó desde muy pequeño a cumplir su misión. La Escritura dice que “El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.” (Lucas 2, 40).
 
            San Juan Pablo II explica muy bien la misión de Simeón y de Ana. Por ejemplo, Simeón y Ana representan la espera de todo Israel. Se les concede la gracia de encontrarse con Aquel a quien los profetas habían anunciado desde hacía siglos. Los dos ancianos, iluminados por el Espíritu Santo, reconocen al Mesías esperado en el niño que María y José, para cumplir lo que prescribía la ley del Señor, llevaron al templo
 
            Las palabras de Simeón tienen un acento profético: el anciano mira al pasado y anuncia el futuro. Dice: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. (Lucas 2, 29-32). Simeón expresa el cumplimiento de la espera, que constituía la razón de su vida. Lo mismo sucede con la profetisa Ana, que se llena de gozo a la vista del Niño y habla de él «a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lucas 2, 38).
 
            La profetisa Ana que «no se apartaba nunca del templo» (Lucas 2, 37). La primera vocación de quien opta por seguir a Jesús con corazón indiviso consiste en «estar con él» (Marcos 3, 14), vivir en comunión con él, escuchando su palabra en la alabanza constante de Dios (cfr. Lucas 2, 38) (cfr. Homilía, 2 de febrero, 2000).
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https://youtu.be/7feBRoYMCPA