¿Cómo se logra recibir tanta bondad y tan misericordia que viene de Dios? El Salvador del mundo pone a pensar la humanidad. Él pregunta: “¿Creen que yo puedo hacerlo?” La respuesta la dará aquella persona que tenga una excelente fe, un conocimiento del ser del hijo de Dios, una confianza plena en Dios, alguien que no duda en Dios.
La fe es determinante para entrar en el mundo de Dios, para conocer a Dios, para vivir según la voluntad. Jesucristo propone la fe limpia, confiada y transparente, para todos aquellos que deseen recibir la misericordia de Dios. Por ejemplo, El Maestro reprende a alguien que no confía totalmente en el poder de Dios. su respuesta es:
Todo es posible para el que cree. (cfr. Marcos 9, 15-23). La fe le devolvió la salud y la paz a una mujer hemorroísa. El Maestro le dice: Tu fe te ha salvado, vete en paz. (Lucas 8, 48). Jesús fortalece el momento difícil de un jefe de la sinagoga ante la noticia de la muerte de su hija. El Maestro dice: “No temas, basta que creas y tu hija se salvará” (Lucas 8, 50).
Nuestro Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que debemos creer centralmente en Dios. Nuestra primera profesión de Fe, es en Dios. El mismo CREDO que oramos en nuestra Iglesia, nos indica el principio de nuestra Fe. Creo en Dios. Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor" (cfr. Marcos 12, 29-30). Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Único (Catecismo, numeral 202).
Las cosas suceden en nuestra vida de acuerdo a la fe. El Papa Francisco enseña que la fe nos permite conocer y amar a Dios. La fe necesita ser acogida. La fe exige una respuesta personal. Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación.