LA PALABRA DE DIOS ES
CREADORA Y SALVÍFICA Evangelio martes 31 de diciembre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Al principio
existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al
principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la
Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y
las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se
llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos
creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que,
al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el
mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que
creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.” °°° Juan
1, 1-18.
La
Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. (Juan 1, 14). Así
nos enseña la Sagrada Escritura, el valor que tiene la Palabra, la fuerza
creativa de la Palabra, la identidad misma de la Palabra divina, que se hospedó
en el vientre virginal de la Santísima Virgen María y la convirtió en la Madre
de Dios.
El
Hijo de Dios es el cumplimiento de su misma Palabra, es la que se convierte en
hombre, en el vientre virginal de María Santísima. La Palabra divina a lo
largo del tiempo, ha sido, es y será el patrón de conducta nuestro ante el
evento de nuestro diario vivir. No existe otra fuerza más maravillosa que nos
pueda indicar la plena vivencia de nuestra fe.
La
Palabra lleva consigo un poder creativo, un poder regenerador, una gracia
santificadora, una fuerza de conversión, una luz infinita, una voz de
esperanza y encuentro con todos aquellos que creen en esa Palabra. La Palabra de Dios desde el comienzo estaba
con Dios, todo lo hizo Dios por medio de ella, y sin ella nada se hizo cuanto
existe. (Juan 1, 2).
María
Santísima es la perfecta discípula que se abre a la Palabra y se deja guiar por
su dinamismo: cuando no la comprende y queda sorprendida, no la rechaza o
relega; la medita y la guarda.
La
Virgen Santísima, tuvo una fe ejemplar. No ha existido criatura alguna que se
pueda comparar a la fe de Nuestra Madre, ya que su vida requirió de su corazón
una fe heroica capaz de poder responder en plenitud al misterio al cual se le llamó y en el cual siempre
viviría.
Ella escuchó la
Palabra, obedeció a la Palabra, sostuvo toda su vida según la Palabra y regresó
nuevamente a la casa del Padre celestial según la Palabra de Dios. “Ella fue
asunta”.
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https://youtu.be/vbClxVuYKhQ