27 de enero de 2025

SABIO CONSEJO: HACER LA VOLUNTAD DE DIOS Evangelio martes 28 de enero 2025


SABIO CONSEJO: HACER LA VOLUNTAD DE DIOS
Evangelio martes 28 de enero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Llegaron la madre de Jesús y sus hermanos, y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada a su alrededor le dijo: ¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.
            Él les responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.” Marcos 3, 31-35.
 
            Hacer la voluntad de Dios, ha sido, es y será el gran reto para vivir una vida cristiana que sea agradable a Dios y útil a una sociedad. Dice el Salvador del mundo: “Será mi hermano, todo aquel que haga la voluntad de Dios. Hacer la voluntad tiene su misterio para lograr el éxito en la vida de cada persona, en la profesión, en la vida matrimonial, etc.  El diccionario de la lengua española enseña que la voluntad es la capacidad de tomar decisiones y organizar la conducta personal para poder vivir y actuar con autonomía.
 
            Desde el punto de vista de la lengua latina, la palabra voluntad tiene como raíz “Voluntas” que implica el deseo y el querer de cada persona. La voluntad va en comunión con la lucidez, la humildad, la capacidad de escucha de las personas. Platón como eminente filósofo griego y fundador de la academia, enseñaba la importancia de la voluntad como fuente de la responsabilidad en el comportamiento de las personas. Aristóteles como padre de la filosofía occidental planteó la voluntad en comunión con la ética y por ende permite la virtud en cada persona.
 
            La Escritura nos recuerda que cuando la voluntad humana se enfrenta a la de Dios aparece el pecado y la rebeldía del ser humano. Por ejemplo: “El pecado original” (cfr. Génesis 3, 1-19). El Hijo de Dios enseña cómo logró Él cumplir con su misión: «No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre» (Juan 5, 30) «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre». (Hebreos 10, 7). 
 
El apóstol san Pedro enseña el mundo pasa y sus deseos, quien hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Pedro 4, 2).  Jesucristo vino para hacer la voluntad de Dios: Tomo la condición de esclavo y fue obediente hasta la Cruz.” (Filipenses 2, 8).
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