Evangelio martes 28 de enero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Llegaron
la madre de Jesús y sus hermanos, y desde fuera lo mandaron llamar. La gente
que tenía sentada a su alrededor le dijo: ¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus
hermanas están fuera y te buscan.
Hacer
la voluntad de Dios, ha sido, es y será el gran reto para vivir una vida
cristiana que sea agradable a Dios y útil a una sociedad. Dice el Salvador
del mundo: “Será mi hermano, todo aquel que haga la voluntad de Dios. Hacer la
voluntad tiene su misterio para lograr el éxito en la vida de cada persona, en
la profesión, en la vida matrimonial, etc.
El diccionario de la lengua española enseña que la voluntad es la
capacidad de tomar decisiones y organizar la conducta personal para poder vivir
y actuar con autonomía.
Desde
el punto de vista de la lengua latina, la palabra voluntad tiene como raíz
“Voluntas” que implica el deseo y el querer de cada persona. La voluntad va
en comunión con la lucidez, la humildad, la capacidad de escucha de las
personas. Platón como eminente filósofo griego y fundador de la academia,
enseñaba la importancia de la voluntad
como fuente de la responsabilidad en el comportamiento de las personas.
Aristóteles como padre de la filosofía occidental planteó la voluntad en comunión con la ética y por
ende permite la virtud en cada persona.
La
Escritura nos recuerda que cuando la voluntad humana se enfrenta a la de Dios
aparece el pecado y la rebeldía del ser humano. Por ejemplo: “El pecado
original” (cfr. Génesis 3, 1-19). El Hijo de Dios enseña cómo logró Él cumplir
con su misión: «No busco mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió, la del Padre» (Juan 5, 30) «No puedo yo
hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no
busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre». (Hebreos
10, 7).
El apóstol
san Pedro enseña el mundo pasa y sus deseos, quien hace la voluntad de Dios
permanece para siempre. (1 Pedro 4, 2). Jesucristo vino para hacer la voluntad de
Dios: Tomo la condición de esclavo y fue obediente hasta la Cruz.” (Filipenses
2, 8).
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