Evangelio lunes 27 de enero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Los
escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Belzebú» y
«por el príncipe de los demonios expulsa los demonios». Jesucristo, llamándoles
junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si
un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir.
Si una casa está dividida contra sí
misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y
está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede
entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte;
entonces podrá saquear su casa.
Yo os aseguro que se perdonará todo
a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas
sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón.” °°°
Marcos 3, 22-30.
El
pecado de la división, la envida y no reconocer a los demás sus talentos, no
son recomendables para cumplir con nuestra misión. Si no existe la
posibilidad de la unidad en la fe, en el apostolado, en la vida apostólica,
nunca lograremos derrotar al príncipe de la división. Desafortunadamente una
persona cuando desea anunciar la verdad, practica la justicia, decir lo
correcto, provoca división en la sociedad.
No
todos están de acuerdo con los mensajes claros y evidentes. El Hijo de Dios
con el anuncio de su Buena Nueva, tocó la parte débil de la sociedad y se creó
una división. Al Nazareno lo entendemos como un signo de contradicción. (Lucas
2, 34). El mismo Jesús advierte: “Llegará un momento en que ustedes estarán divididos”.
(cfr. Lucas 12, 53).
El Papa Francisco enseña que: La palabra del
Señor, ayer como hoy, provoca siempre una división: la Palabra de Dios divide, ¡siempre! Provoca
una división entre quien la acoge y quien la rechaza. °°° La palabra de Cristo es poderosa: no tiene el poder del mundo, sino el
de Dios, que es fuerte en la humildad, también en la debilidad. Su poder es
el del amor: este es el poder de la Palabra de Dios. Un amor que no conoce
confines, un amor que nos hace amar a los demás antes que a nosotros mismos.
(cfr. Homilía, 21 de marzo, 2015, Nápoles).
El
apóstol san Pablo advierte los peligros del pecado de la división entre las
personas. Dice el santo: “les ruego que tengan cuidado con esa gente que va
provocando divisiones y dificultades, saliéndose de la doctrina que han aprendido.
Aléjense de ellos. Esas personas no sirven a Cristo, nuestro Señor, sino a sus
propios estómagos, engañando a los ingenuos con palabras bonitas y piadosas.”
(Romanos 16, 17-19).
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