Evangelio miércoles 15 de enero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Al atardecer, a la puesta del sol,
le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada
a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas
enfermedades y expulsó muchos demonios.
Y no dejaba hablar a los demonios,
pues le conocían. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó,
salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.” °°° Marcos 1,
29-39.
Los
discípulos debemos imitar la obra del Maestro de Nazareth. El Hijo de Dios
no se deja confundir por las tentaciones ante la misión. ¿Cuáles tentaciones se
pueden presentar? Jesucristo no busca el prestigio, no acepta títulos, no desea
la fama del curandero o saca demonios. Su misión es hacer la voluntad de su
Padre celestial. Ha sido enviado para salvar, para anunciar la Palabra
salvadora, para utilizar los dones y poder a favor del dolor y de las
necesidades humanas.
El
Papa Francisco nos recuerda que la obra salvadora de Jesucristo no se agotó
durante el tiempo que Él permaneció en la tierra. Sigue adelante a través
de sus apóstoles, su Iglesia, todos aquellos que se comprometen a hacer la
voluntad de Dios. Jesús les confiere a
sus discípulos una doble misión: anunciar el Evangelio de la salvación y sanar
a los enfermos.
Fiel a esta
enseñanza, la Iglesia siempre ha considerado la asistencia a los enfermos como
parte integrante de su misión. “Los
pobres y los que sufren, los tendrán siempre”, advierte Jesús. Y la Iglesia
continuamente les encuentra en la calle, considerando a las personas enfermas
como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo.
(cfr. Homilía, 8 de febrero, 2015).
El
apostolado se hace fecundo cuando hacemos la voluntad de Aquel que lo instituyó.
El apostolado se convierte en un problema pastoral en la Iglesia, cuando
quienes creyendo que son apóstoles hacen su propia voluntad, e incluso se
oponen a quienes están viviendo su vida apostólica con el espíritu del
Evangelio.
Ser apóstol
de Dios en el mundo, no es cambiar las reglas de juego, sino convertirse en testigo del amor de Dios en
el mundo. Jesucristo cumplió fielmente su misión, evitó caer en la
tentación de los halagos del mundo. Anunció su Palabra, curó a muchos de
enfermedades y dolencias y se fue al monte solo a orar.
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