Evangelio sábado 11 de enero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Juan respondió: “Nadie puede
atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de
que he dicho: «Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de Él». En las
bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y
lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es ahora
perfecto. Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”.” Juan 3, 22-30.
Sabia
enseñanza de san Juan el Bautista: “Nadie puede atribuirse nada que no haya
recibido del cielo”. Lo normal es que todo creyente debe anunciar a Jesús
de Nazareth, comunicar su Palabra, presentar su obra de salvación, estar con
comunión con su Maestro.
Al
contrario, lo que debe evitar un discípulo cristiano, es hablar de sí mismo,
apropiarse del mensaje de su Maestro, creer que todos los talentos que tiene
son obra suya y no es de Dios. Quien desee servirle a Dios tendrá que asumir el
buen ejemplo humilde de san Juan el Bautista. “Yo no soy digno de desatar las
correas de sus sandalias” (Lucas 3, 16).
Disminuir
es una excelente recomendación para poder convertirse en servidor de Dios. El
problema aparece cuando la persona no acepta la humildad, la sencillez de
corazón, la nobleza del espíritu, reconocer que por encima de Dios no existe
nadie. El Papa Francisco nos enseña la
importancia que tiene la actitud de disminuir para poder anunciar el mensaje de
Dios. Dice el santo Padre: Todos los
grandes protagonistas de la Biblia, desde Abrahán hasta María, muestran esta
lógica de la pequeñez y del don.
La lógica
del don es muy diferente de la nuestra. Nosotros
tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar,
disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan
las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás. (cfr. Ángelus, 25 de
julio, 2021).
Quien se acostumbra a servir en
nombre de Dios, nunca caerá en la tentación de sentirse un dios o estar por
encima de los demás. El Hijo de Dios se presenta como Aquel que ha venido a
servir y no a ser servido. (Mateo 20, 28).
El Maestro recomienda: Les he dado ejemplo,
para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes (Juan 13, 15). El ejemplo de
servicio amoroso de Jesús nos reta a todos a mirar en nuestras propias vidas y
a evaluar nuestro amor a la luz del suyo. Somos las manos y los pies de Jesús
para servir a los necesitados. Jesús
quiere seguir sirviendo a través de nosotros.
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