¿Qué gana una persona con tantos afanes? Evangelio domingo 20 de julio 2025
¿QUÉ GANA UNA PERSONA CON TANTOS
AFANES?
Evangelio domingo 20 de julio
2025
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús entró en un pueblo; y una
mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada
María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta
estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te
importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude».
Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la
parte buena, que no le será quitada». Lucas 10, 38-42
Dos maneras distintas de entender
y vivir que a su vez se pueden unir para dar un resultado fenomenal en la vida
de una persona. La oración y la acción en el justo punto del equilibrio. El
libro del gran predicador en la Escritura nos enseña que todo tiene su tiempo,
todo tiene su momento. Cuando una persona se va al extremo pierde el horizonte
de lo mucho que pudo haber hecho, si lo hubiera hecho en su momento
determinado.
Dice el escrito: Hay bajo el sol un momento para
todo, y un tiempo para hacer cada cosa: Tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para plantar, y tiempo para
arrancar lo plantado; tiempo para matar y tiempo para curar; tiempo para
demoler y tiempo para edificar; tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo
para gemir y tiempo para bailar; tiempo para lanzar piedras y tiempo para
recogerlas; tiempo para los abrazos y tiempo para abstenerse de ellos; tiempo
para buscar y tiempo para perder; tiempo para conservar y tiempo para tirar
fuera. ¿Qué provecho saca uno de sus afanes?” (Eclesiastés 3, 1-9).
El Papa Francisco enseña que el
tiempo es el mensajero de Dios. Es la prueba más importante para tomar
decisiones. No debemos perder el tiempo en el
pasado o en futuro. Debemos usar el tiempo de una manera sabia y responsable.
(cfr. Homilía, 17 de abril, 2015). Dejar que el
tiempo transcurra no soluciona los males del espíritu; aumenta su propia
angustia existencial. Advierte la Sagrada Escritura: “Convertíos porque el
Reino de Dios está cerca”.
La conversión es un tiempo privilegiado,
porque es momento bastante largo para cambiar radicalmente la orientación de la
propia conciencia. Ese mismo tiempo es a su vez un período de Gracia. El
cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar
sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Sabe que Dios es amor (1 Juan 4, 8) y
que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar.
(Numeral 31c).
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