DIOS NO EXCLUYE Evangelio jueves 21 de agosto 2025
DIOS NO EXCLUYE A NINGUNA
PERSONA
Evangelio jueves 21 de agosto
2025
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Tomando Jesús de
nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es
semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus
siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron
venir.Envió todavía
otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi
banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y
todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron
el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos,
los escarnecieron y los mataron.
Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y
prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está
preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los
caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos
salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos,
y la sala de bodas se llenó de comensales.” °°° Mateo 22, 1-14.
Dios no excluye a ninguna persona.
Todos están invitados a participar de su Reino propuesto por el Padre celestial
y llevado a cabo por su Hijo Jesucristo. La manera de pensar del Hijo de Dios
es ofrecer la oportunidad a todos los que deseen entrar en su Reino. El
director del Reino no exige ninguna compensación, solo que la persona desee
vivir según las directrices del Reino de Dios.
Aprendemos tres características
divinas para ofrecer el Reino a todos aquellos que deseen cambiar su manera de
pensar y su manera de actuar. Es un Reino abierto, libre y voluntario. Esa
es la primera característica. El mismo Dios propone grandes bondades y
cambios sustanciales en la personas, pero muchos invitados no quisieron llegar
al banquete. Las razones pueden ser diversas: No están interesados, están
demasiado ocupados, tienen su corazón mas en los asuntos del mundo terrenal y
menos en el cielo.
La segunda características es la
no exclusión. No existe la posibilidad que exista en la mente de Dios la
clasificación de las personas. Para Dios todos somos importantes, somos
iguales, todos merecemos que se respeten los derechos y cumplamos con nuestros
deberes. Dios no excluye a nadie; quiere que todos nos salvemos y seamos
felices junto a Él.
No existe un pecado tan grave que Dios no
pueda perdonar; la generosidad de Dios no tiene límites. Precisamente envió a
su Hijo para anunciar la buena noticia de la salvación a los que estaban más
alejados y con historias personales más complicadas. (cfr. Lucas 6, 17. 20-26).
La tercera característica es la
universalidad. La salvación que ofrece Dios no tiene fronteras. Él es el
único Redentor, e invita a todos al banquete de la vida inmortal. Pero con una
sola condición, igual para todos: la de esforzarse por seguirlo e imitarlo,
tomando sobre sí, como hizo él, la propia cruz. (cfr. Benedicto XVI, Homilía,
26 de agosto, 2007).
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https://youtu.be/rAS6lZEYgAo