24 de agosto 2025 “El Señor no quiere un culto separado de
la vida” Ángelus Regina Coeli, Papa León XIV, Plaza de san Pedro.
Queridos hermanos y hermanas, feliz domingo.
En el centro del Evangelio que hemos proclamado hoy (Lucas
13, 22-30) encontramos la imagen de la “puerta estrecha”, usada por Jesús para
responder a uno que le pregunta si son pocos los que se salvan. Jesús dice:
«Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán
entrar y no lo conseguirán» (v. 24).
A primera vista, esta imagen hace surgir en nosotros algunas
preguntas: Si Dios es el Padre del amor y de la misericordia, que siempre
permanece con los brazos abiertos para acogernos, ¿por qué Jesús dice que la
puerta de la salvación es estrecha?
Ciertamente, el Señor no quiere desanimarnos. Sus palabras,
más bien, sirven para rechazar la presunción de aquellos que se sienten seguros
de su salvación, de aquellos que practican la religión y, por eso, se confían.
En realidad, ellos no han comprendido que no basta cumplir actos religiosos si
estos no transforman el corazón.
El Señor no quiere un culto separado de la vida ni acepta
sacrificios y oraciones que no nos conducen a vivir el amor a los hermanos
y a practicar la justicia. Por eso, cuando estos se presenten ante el Señor
enorgulleciéndose de haber comido y bebido con Él y de haber escuchado sus
enseñanzas, oirán que les dice: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de
mí todos los que hacen el mal!» (v. 27).
Hermanos y hermanas, es hermosa la provocación que nos trae
hoy el Evangelio. Mientras a veces nos sucede que juzgamos a quien está alejado
de la fe, Jesús pone en crisis “la seguridad de los creyentes”. Él, en efecto,
nos dice que no es suficiente profesar la fe con los labios, comer y beber
con Él celebrando la Eucaristía o conocer bien las enseñanzas cristianas.
Nuestra fe es auténtica cuando abraza toda nuestra vida, cuando es un criterio
en las decisiones que tomamos, cuando nos hace mujeres y hombres que se
comprometen con el bien y son capaces de arriesgarse por amor tal y como hizo
Jesús.
Él no ha elegido el camino fácil del éxito o del poder, sino
que, con tal de salvarnos, nos ha amado hasta atravesar la “puerta estrecha” de
la cruz. Él es la medida de nuestra fe, Él es la puerta que debemos cruzar
para ser salvados (cf. Juan 10,9), viviendo su mismo amor y siendo
constructores de justicia y de paz con nuestra vida.
A veces, esto significa tomar decisiones complicadas e
impopulares, luchar contra el propio egoísmo y prodigarse por los demás, perseverar
en el bien allí donde parecen prevalecer las lógicas del mal, y así
sucesivamente. Pero, franqueando este umbral, descubriremos que la vida se
abre de par en par ante nosotros como un mundo nuevo, y, desde ese momento,
entraremos en el amplio corazón de Dios y en la alegría de la fiesta eterna que
Él ha preparado para nosotros.
Invoquemos a la Virgen María, para que nos ayude a atravesar
con valentía la “puerta estrecha” del Evangelio, de modo que podamos abrirnos
con alegría a la amplitud del amor de Dios Padre. Fuente: Vatican. Va.