8 de febrero de 2023

HORA SANTA POR LOS ENFERMOS Padre, Héctor Giovanni Sandoval

 

HORA SANTA POR LOS ENFERMOS
Con motivo de la jornada mundial por los enfermos
Podemos celebrar una HORA SANTA por los enfermos
El día 10 de febrero año 2023.

Autor: Padre, Héctor Giovanni Sandoval Moreno. Delegado para la pastoral litúrgica, Arquidiócesis de Ibagué. Colombia

«Cuida de él».  La compasión como ejercicio sinodal de sanación

1.MONICIÓN INICIAL (Antes de la Exposición del Santísimo) En el marco de la Jornada Mundial del Enfermo el papa Francisco nos invita a pensar “La compasión como un ejercicio sinodal” (Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXI Jornada Mundial del Enfermo), lo cual, implica reconocer que no podemos solos, que no estamos solos.  Ya nos decía el Santo Padre “En realidad, todos, tarde o temprano, estamos llamados a enfrentarnos, y a veces a combatir, con la fragilidad y la enfermedad nuestra y la de los demás.

 Y esta experiencia tan típica y dramáticamente humana asume una gran variedad de rostros. En cualquier caso, ella nos plantea de manera aguda y urgente la pregunta por el sentido de la existencia. En nuestro ánimo se puede dar incluso una actitud cínica, como si todo se pudiera resolver soportando o contando sólo con las propias fuerzas” (Homilía de Santo Padre Francisco, domingo 12 de junio de 2016). Que este momento de adoración Eucarística sea signo de compasión al poner a los pies de Jesús sacramentado a nuestros hermanos enfermos, nuestras  propias debilidades y dolencias. 

Canto: Cantemos al amor de los amores… 


2. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
 

Presidente: Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. 

Asamblea: Sea para siempre bendito, alabado y adorado. (tres veces) 

Presidente: Mi Jesús Sacramentado, mi dulce amor y consuelo 

Asamblea: Quién te amara tanto, que de amor muriera (tres veces) 

Presidente: Señor Jesús, Te agradezco por el don de la vida. Tú conoces las personas y las circunstancias que me han formado ya sea física como emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora.

Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, contra ti, contra mí mismo y contra los demás. Ayúdame a ver que mi enfermedad es parte natural de mi vida. Ella me confronta con mi existencia, con lo que soy y con lo que tengo. No permitas que yo pierda la fe, la esperanza y la compasión con quienes están en la misma situación de enfermedad. 

Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado confundido). Te pido que aceptes cada respiro como un acto de amor y de confianza en Ti. Tú eres mi Salvador.  Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás. Te amo, mi Señor, quisiera amarte como María, nuestra Madre, te amó. Amén. 

Canto: libre elección.

Presidente: 

Oremos:  Oh Señor del cielo y la tierra, omnipotente y sempiterno, salud eterna de los creyentes: óyenos en favor de tus siervos enfermos, por quienes imploramos el auxilio de tu misericordia, para que, recobrada la salud, te den acciones de gracias en tu iglesia. Amén. 

Momento de oración en silencio. 

Canto penitencial 


3. LITURGIA DE LA PALABRA 

Primera Lectura 

Lectura del libro del libro del Eclesiástico 4, 1-6

Hijo, no prives al pobre del sustento, ni des largas a los que te piden con ojos suplicantes. No hagas sufrir al hambriento, ni exasperes al que vive en la miseria. No te ensañes con quien está desesperado, ni retrases la ayuda al mendigo. No rechaces la súplica del atribulado, ni vuelvas la espalda al pobre. No apartes la mirada del necesitado, ni le des ocasión de maldecirte, porque, si te maldice lleno de amargura, su Creador escuchará su imprecación.  Palabra de Dios

Salmo

R/ Bendice, alma mía, al Señor; Él cura todas tus enfermedades. 

R. Bendice, alma mía, a Yahvé, el fondo de mi ser, a su santo nombre. Bendice, alma mía, a Yahvé, nunca olvides sus beneficios.

R. Él, perdona tus culpas, que cura todas tus enfermedades, rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y ternura, El señor hace justicia y defiende a los oprimidos, manifestó a Moisés sus caminos, a los hijos de Israel sus hazañas.

Aclamación del evangelio 

Canto: Aleluya, aleluya 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?» Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo».

«Has respondido exactamente, —le dijo Jesús—; obra así y alcanzarás la vida». Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo» Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, ¿dejándolo medio muerto? Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.

Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:  "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver". ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?»  «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera».  Palabra del Señor.

Reflexión: (quien preside este momento de adoración Eucarística propone una pequeña reflexión de la Liturgia de la Palabra).

Momento de oración en silencio

Canto: (libre elección)


4. PRECES 

Presidente:  Llenos de confianza, pidamos a Jesús, el Señor, que consuele con su gracia a nuestros hermanos enfermos, y digámosle suplicantes:  Atiende con bondad, Señor, a nuestros hermanos enfermos.

         Tú que viniste al mundo como médico de los cuerpos y de las almas, para curar nuestras enfermedades. R.

         Tú que, como un hombre de dolores, soportaste nuestros sufrimientos y aguantaste nuestros dolores. R.

         Tú que quisiste parecerte en todo a tus hermanos, para manifestarte compasivo. R.

         Tú que quisiste experimentar la debilidad de la carne, para librarnos del mal. R.

         Tú que tuviste a tu Madre junto a la cruz, compartiendo tus sufrimientos, y nos la diste por madre. R.

         Tú que quieres que completemos en nuestra carne tus dolores, sufriendo por tu cuerpo, que es la Iglesia. R.

         Te pedimos Señor por la Iglesia, para que haga presencia de amor, ternura, esperanza y presencia de Dios en todo lugar donde se encuentre un enfermo, especialmente los más  necesitados. R.

         Te pedimos Señor por las directivas de hospitales, clínicas, centros de salud y EPS, para que siempre tengan como prioridad la óptima atención y velen por la humanización total en favor de los pacientes y sus familias. R.

         Te pedimos Señor por los dirigentes políticos que tienen a su cargo estudiar, aprobar o derogar leyes lesivas a la vida humana, como la eutanasia y el aborto, para que sus decisiones sean inspiradas en la palabra de Dios. R.

         Te pedimos Señor por los enfermos que recientemente han recibido un diagnóstico de enfermedad grave, para que el Señor, los llene de fortaleza y de esperanza en su recuperación. R.

         Te pedimos Señor por todos nosotros para que no seamos indiferentes ante el dolor y el sufrimiento, antes bien seamos puentes de tu misericordia, compasión y ternura. R.

Presidente: Extiende, Señor, sobre tus fieles la diestra del auxilio celestial, para que con todo corazón te busquen y merezcan conseguir lo que dignamente te piden. Amén. 


ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS
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Presidente: ¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros.  Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuches: pero acuérdate que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ti, haya sido abandonado.  ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! 

Ya que Dios obra por tus manos curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de bendición para nuestros enfermos.  Alcánzales de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para la mayor gloria de Dios.  Alcánzanos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos, y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero por nosotros en el Sagrario. 

Virgen de Lourdes, ¡ruega por nosotros! Consuelo de los afligidos, ¡ruega por nosotros!  Salud de los enfermos, ¡ruega por nosotros! Amén. 

5. CONCLUSIÓN 

Presidente: Unámonos con la oración que el mismo Jesús nos enseñó: Padre nuestro que estás en el cielo… 


PRECES EUCARÍSTICAS

Bendito sea Dios. 

Bendito sea Su Santo Nombre. 

Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Bendito sea el nombre de Jesús. 

Bendito sea su sacratísimo corazón.

Bendita sea su preciosísima sangre. 

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo, Paráclito. 

Bendita sea la Madre de Dios, María Santísima.

Bendita sea su santa inmaculada concepción. 

Bendita sea su gloriosa asunción. 

Bendito sea el nombre de María, virgen y madre.

Bendito sea San José, su castísimo esposo.

Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos. 

Presidente:  Nos diste Señor el Pan del cielo.

Asamblea: Que contiene en si todo deleite.

Oremos 

Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

Se procede a la bendición y luego a la reserva